Mañana, 2 de abril, se cumple el año del nombramiento de monseñor Ureña como arzobispo de Zaragoza. ¿Sabe alguien donde está?
A Don Manuel Ureña cabía aplicarle aquello de Pancho López: chiquito pero matón. Donde estuviera se hacía notar porque no sabía estar quieto ni callado. Si había un obispo hiperactivo, lo era él. Era inteligente, muy simpático si quería, mandón, organizador, protagonista, con facilidad natural para hacerse amigos, buen orador y mejor conversador, con más que notable formación... Vamos, un obispo que no pasaba desapercibido. Y que le gustaba que le "apercibiesen". No quiero decir que le amonestaran. Se me entiende.
Yo, y bastantes, pensamos que era el arzobispo ideal para Barcelona. Lo que Cataluña necesitaba. El nuncio pensó otra cosa y vino el arreglo, el mal arreglo, Sistach-Pujol. Y para contentar a Ureña, que quedaba compuesto y sin novia, el arzobispado, menos importante pero de entidad, de Zaragoza.
Pues, fue nombrarle, y desaparecer. Hasta el punto de que el arzobispo de Zaragoza parece seguir siéndolo Yanes, de infausta memoria.
Pues, que me lo expliquen. ¿Está enfermo? ¿Hay algún otro motivo, que a mí se me oculta, para ese
missing permanente. A quien le gustaba ser el perejil de todas las salsas, y si no había salsa se la inventaba, nadie sabe donde poder encontrarlo. Al menos en las noticias nacionales. Como decía Papuchi, rraaarrro, rraaarro, rraaarro.