Los lefebvristas parece que echan a andar por el buen camino.

Producido el generoso gesto del Papa del levantamiento de las excomuniones no fueron pocos los que dudaron que los lefebvristas lo acogieran con afecto agradecido y filial reintegración en la comunión eclesial. Se habían creado muchos anticuerpos de rechazo pontificio y no era fácil ahora desactivarlos. Confieso que yo mismo abrigaba preocupaciones.

Las primeras declaraciones de quien es la cabeza de la organización, el obispo Fellay, fueron ciertamente positivas pero a no pocos se les antojaron cortas. Parece que se estaba en el buen camino pero todavía quedaba un largo y difícil tramo que recorrer.

Y en ese momento se cruzan unas lamentables e inoportunas declaraciones del obispo Williamson sobre el genocidio judío por la Alemania nazi que vinieron como anillo al dedo a todos los que no quieren el regreso de los lefebvristas a la casa común. Y que además han servido para atacar al Papa.

Y no han faltado quienes sospechan que tales declaraciones son también un intento de la facción más radical del lefebvrismo, que tiene a Williamson como su líder, de boicotear el arreglo que se divisaba en un plazo más o menos corto.

La reacción de monseñor Fellay me parece muy importante. Inmediata y contundente. Williamson ha quedado desautorizado. Lo que ha dicho será su opinión pero no la de la Fraternidad. Y se le impone silencio sobre cuestiones que no son propias de su ministerio.

No sólo ha dejado meridiano que no quiere crear problemas sino que está dispuesto a cortar los que otros pretendan crear. Me parece un paso muy importante en la plena comunión que muchos deseamos acontezca cuanto antes y todo hace suponer que monseñor Fellay también.

No es arriesgado aventurar que un grupo, ojalá muy reducido, de la Fraternidad, próximo al sedevacantismo si no inmerso en él, no querrá la vuelta al seno de la Iglesia. Pues, que se quede fuera. Dios quiera que sin Williamson pero eso es ya cosa de él. Benedicto XVI se asoma todos los días a su ventana y mira a la Via de la Conciliazione esperando anhelante la vuelta de los hijos. Que se han puesto ya en camino.

Ya no es un sueño sino una realidad posible ver avanzar hacia la plaza de san Pedro una multitud encabezada por cuatro obispos y muchos sacerdotes para reunirse con el Padre de todos sobre el sepulcro de Pedro. Y tal vez sea ese el día en el que Benedicto XVI celebre por primera vez en su Pontificado públicamente la misa por el modo extraordinario.

Hoy me encuentro optimista. Esto puede arreglarse. Y bien. Aunque también creo que se debe encomendar a Dios a monseñor Fellay pues fácil no lo tiene.
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