Éramos pocos y parió la abuela.

Como si no hubiera diócesis en interinidad ahora se nos dice que la de Cartagena entra también en el bombo. Pero lo que está ocurriendo en Murcia tiene muchos más bemoles que lo de Toledo, Córdoba o Guadix. Porque en la diócesis de San Fulgencio se está dando una batalla en la que la victoria que se anuncia no es la de la verdad ni la justicia. Quiero esperar que por el bien de la Iglesia, de la diocesana y de la española, se trate sólo de un globo sonda.

Don Juan Antonio Reig es uno de los mejores obispos de España. Joven, preparado, próximo, brillante, trabajador, lleno de celo por Dios y por su Iglesia... Un auténtico mirlo blanco. Es normal que se piense en él para un arzobispado. Y no sería novedad en la diócesis cartaginense que vio partir a Don Miguel Roca para Valencia (1978) y a Don Manuel Ureña para Zaragoza (2005). Pero tres años de obispo en una diócesis importante son pocos y todavía no estaba su nombre en las quinielas aunque todo el mundo estaba seguro de que se le vería dentro de cuatro o cinco años con palio.

Hasta que surgió el conflicto. Que no es con la Universidad Católica de Murcia sino con su factótum. Y entonces se produjo un fenómeno que ya quisieran experimentar muchos de sus hermanos en el episcopado. La diócesis cerró filas tras su obispo de un modo verdaderamente sorprendente. Hoy es seguramente el obispo más respaldado por su clero y por sus fieles de España. Estamos en el segundo centenario del 2 de mayo. Pues, mutatis mutandis, yo he oído en Murcia el Qué se lo llevan que incendió Madrid aquel día hace doscientos años. Siempre ha caído bien el débil. Sea David frente a Goliat o el infante Francisco de Paula ante Murat. Hoy el débil es Don Juan Antonio Reig y el Goliat o el Murat, José Luis Mendoza. Y una vez más coinciden con el débil la verdad y la justicia.

Hoy la UCAM es una auténtica procupación en la diócesis de Murcia. Que está muy orgullosa de su Universidad pero que teme que pueda arrastrarla a la ruina. A la ruina económica. Con los sacerdotes muriéndose de hambre y las iglesias vendidas. Temen que lo que ha ocurrido con algunas diócesis norteamericanas, aunque por motivos bien distintos, pueda repetirse en el obispado levantino. Y eso es lo que quieren evitar el obispo y la diócesis. Que en ello forman un único cuerpo. Creo que estarían felices renunciado a toda intervención en la Universidad siempre que se les asegurase que su fracaso, si se produjera, no iba a comprometer económicamente a la diócesis. Y con muy grave compromiso.

Está muy extendido, y yo sólo puedo dar fe de que varios me lo dijeron, que el señor Mendoza ha contribuido con medio millón de euros al óbolo de San Pedro. Y son vox populi otros gastos en obsequio de importantes personalidades de la Iglesia. Así es muy fácil hacer amigos. ¿Que se prestarán a defenestrar a un buen obispo y a nombrar otro a gusto del obsequiante? No me lo quiero creer. Lo que ocurra nos lo dirá.

Me dicen también, será cierto o no, que persona muy afin al señor Mendoza, cuyo nombre también corre por Murcia, preparó un informe jurídico pro domo sua. Que ha sido firmado por otra persona, de muy alta representación eclesiástica, cuyo nombre asimismo circula, y con el que se pagan servicios prestados o esperados. Esto, de ser cierto, se llamaba simonía. Y si el precio fuera una mitra la cosa sería muy grave.

Ayer, Jesús Bastante daba por hecha la salida de Murcia del obispo. Incluso decía destinos posibles. En España o en Roma. El honor del obispo se salvaba con un arzobispado que sería Zaragoza o Granada. Supongo que los destinos romanos irían también acompañados de la jerarquía arzobispal. Todo me parece extraño. Y ciertamente vergonzoso. Para llevarle a Granada tendrían que trasladar antes a Don Javier Martínez, con lo que estaríamos ante dos bajadas de pantalones. Porque supongo que no querrán repetir la falcatruada que se hizo con Don Fernando Sebastián cuando le nombraron arzobispo coadjutor de aquella archidiócesis. Y en este caso más acentuada al tener el coadjutor más edad que el coayudado.

¿Dos valencianos seguidos para Zaragoza? Me parece mucho trasvase del Turia al Ebro. No se cita en cambio a Oviedo. A quien le caería el premio gordo de la lotería con Don Juan Antonio. No me extrañaría que la Santina estuviera moviendo ya todas sus influencias celestiales.

La que quedaría destrozada sería la diócesis de Murcia. Se llevan al pastor que había unido a todos y por defender a la diócesis que se entrega a un laico, que además es su principal preocupación. ¿Con qué autoridad llega un obispo que sabe, con ciencia cierta, que si disgusta a ese laico éste le pasaporta a otro obispado? Y ya si esa mitra son las treinta monedas que se pagan a Judas me dirán ustedes como va a quedar el espíritu de la diócesis.

Se ha llegado a una situación tan emponzoñada que en mi humilde entender sólo tiene una salida digna. Clarifíquense los estatutos de la UCAM de forma que no graven en modo alguno a la diócesis. Que ésta no quede comprometida por una mala gestión de la Universidad. Bien porque deje de llamarse católica o porque llamándose así no dependa del obispado sino de Roma. Seguro que el obispo de Cartagena, sea Don Juan Antonio o el que fuere, respiraría aliviado. Y además se beneficiaría del alquiler de los inmuebles que hasta el momento la Universidad ocupa de gorra. Una vez aclarado ese punto, que es el fundamental, promuévase al obispo al arzobispado español que se quiera en la seguridad de que iba a hacerlo extraordinariamente. Como ya lo ha acreditado en Segorbe-Castellón y en Cartagena. Y que la Universidad del señor Mendoza tenga muchísimos éxitos y él pueda seguir cultivando todas las amistades eclesiales que guste pero sin intromisiones en la vida de la Iglesia.
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