Algo raro ocurre en la diócesis de Tenerife.

No sé si será herencia del anterior obispo Felipe Fernández que el actual, que fue su vicario general, no quiere tocar, si se debe a particulares gustos de Álvarez Afonso o si hay otras causas. Pero es raro que en la transmisión de la misa por TV2 desde la Orotava en el día de hoy no se arrodillara nadie en la consagración y la práctica totalidad de los que comulgaron lo hicieran en la mano.

Acepto sin el menor problema la comunión en la mano. Sé que es un modo legítimo de comulgar. Pero tanta unanimidad me sorprende. Y más si va unido a que nadie se arrodille en la consagración. Salvo que una epidemia reumática haya afectado a todos los habitantes de La Orotava que hoy acudieron a misa.

En las ofrendas presentaron al obispo un ejemplar de las constituciones sinodales, esas que no permiten al Cristo de La Laguna una escolta de soldados en su procesión. Si el no arrodillarse en la consagración fuera también una disposición sinodal, lo mejor que podrían hacer los tinerfeños, con su obispo al frente, sería quemar esas pésimas constituciones. Si ello no tuviera que ver con ellas y se debiera a campaña del párroco o del propio obispo, o al menos a silencio y tolerancia de los mismos, pues por ahí deberían empezar la catequesis. Tras una previa autocatequesis. Y a los habitantes de La Orotava, por supuesto que siempre en mi opinión, decirles que menos alfombras de lava y más adoración al Santísimo. Bien están las alfombras pero si no hay nada más detrás se quedan en puro folklore. Como los trajes regionales. Y cuando un católico, salvo que esté impedido, no se arrodilla en la consagración, me parece que tiene muy poco dentro. Muy poco de católico. Y el párroco y el obispo que lo toleran, caso de que lo promovieran todavía peor, tienen poco de párroco y de obispo.

A fuerza de desacralizarlo todo no queda nada. Y si no se respeta a Dios ¿cómo van a pedir que se les respete a ellos?
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