Tal como lo escuché lo cuento: en Haití, hace treinta años, en plena dictadura, con ocasión de la celebración del Corpus, un joven compuso un canto para la procesión. El canto decía: “Señor Jesús, a Ti que te han encerrado en el sagrario, déjame tomarte y conducirte por las calles y los pueblos para enseñarte la vida de la gente que quisieran ocultarte”. Los milicianos presentes en la procesión amenazaron con detener a todos si no cesaba el canto. El joven haitiano había comprendido muy bien que aquel que adoramos en el Santísimo Sacramento ha venido a visitar a su pueblo. Y que si nosotros le seguimos procesionalmente, debemos cambiar nuestra mirada y nuestra mentalidad, para ver con los ojos de Cristo y tener la mente de Cristo.
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