Leo que, en estos últimos días, el Papa ha dicho a los sin techo: “les llevo en mi corazón, estoy a su disposición”. Son unas palabras en línea con las que pronunció, parece que de forma casi espontánea (y esas espontaneidades reflejan lo que hay en el corazón) al decir que quería una Iglesia pobre y para los pobres. La pobreza evangélica tiene que ver con la sencillez de corazón y con la austeridad de vida. Tiene que ver con la confianza en Dios. Pero también se manifiesta en actos proféticos de solidaridad con aquellos que son pobres materialmente hablando.
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