Hace ya tiempo, un buen amigo escribió unas atinadas reflexiones sobre el hombre lleno de “nada”. Y como todos buscamos lo que se nos parece (lo semejante busca lo semejante) para este hombre lleno de nada tenemos una serie de productos privados de su substancia, de lo que en realidad son: café sin cafeína, cerveza sin alcohol, crema sin nata, chocolate sin grasa, etc. Todo esto apunta a una realidad mucho más profunda: el vacío interior que muchas y muchos sienten, que para el creyente es un vacío de Dios, pero que se traduce de muchos otros modos que pueden resumirse así: falta de sentido. El hombre de hoy es como un ciclista que corre a toda máquina, pero no sabe a dónde va. Y por eso busca ambientes propicios que le hagan olvidar su falta de metas.
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