Defender las aguas, un derecho sagrado

Defender las aguas, un derecho Sagrado” ha sido el tema de la 38ª Romería de la Tierra y las Aguas, celebrada este fin de semana en torno del Santuario de Bom Jesus da Lapa, en las márgenes del Río San Francisco, el mayor curso fluvial del Nordeste Brasileño, que poco a poco se está muriendo.

Pensar que en Brasil falta agua puede resultar extraño para muchos, viendo la abundancia del líquido elemento en la región amazónica. Pero como señala la Encíclica Laudato Sii, “en algunos países hay regiones con abundante agua y al mismo tiempo otras que padecen grave escasez”. Esa es, de hecho, la realidad brasileña, como constataba la CPT (Comisión Pastoral de la Tierra, por sus siglas en portugués), en la Carta de convocatoria de la Romería, haciendo ver algunas situaciones preocupantes que están teniendo lugar dentro del territorio brasileño, lo que se traduce en sequías, lluvias torrenciales, catástrofes naturales…, todo consecuencia de intervenciones humanas desde la falta de conocimiento o el interés en conseguir lucro fácil. Desde aquí surge la pregunta: ¿A dónde llegaremos en esta dirección?

Partiendo de esta situación, más de 8.000 personas se han encontrado para reflexionar, celebrar y buscar pistas que puedan ayudar a crear en la sociedad brasileña una mayor conciencia sobre la importancia del agua en el futuro de la vida del planeta. Eran campesinos, indígenas, gente de los movimientos y pastorales sociales, jóvenes que creen que un mundo mejor es posible... Todos unidos en torno de un mismo ideal y convocados por un mismo Dios. Entre ellos se encontraba Monseñor Luiz Flavio Cappio, obispo de la diócesis de Barra, cuidad bañada por el Río San Francisco, y que se hizo famoso por su vehemente defensa de este río, lo que le llevó a enfrentar dos huelgas de hambre. Sus palabras en la homilía de la misa de abertura o a la orilla del San Francisco, al final del Vía Crucis, fueron un nuevo testimonio de una vida profética y entregada a las causas del Reino.

Diversos temas han formado parte de la reflexión a lo largo de estos días que han ido desde el papel de las comunidades campesinas en el cuidado del agua, las políticas públicas en torno al agua, contempladas desde la dimensión de la fe, la importancia de la educación de los niños para cuidar del agua y luchar por la vida en el planeta, la juventud y su lucha por la vida y cómo llevar a cabo un plano de acción que garantice el futuro de la cuenca del Río San Francisco, cuidando de aspectos que hasta ahora han sido olvidados, como el saneamiento básico.

La Romería de la Tierra y las Aguas es un buen momento para poder contemplar la fe de unas gentes que se encuentran en torno del Buen Jesús para alimentar la esperanza en tiempos mejores. Las celebraciones eucarísticas, el Oficio de Nuestra Señora, el Vía Crucis son momentos en los que la religiosidad popular se expresa a través de la simplicidad de tantos campesinos juntos en torno de un mismo objetivo, un mundo mejor para todos.

No olvidemos las palabras de la Encíclica Papal: “el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos”. Por eso, la defensa del agua es una obligación para todos, todavía más quien dice vivir desde la fe en el Dios Creador.
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