40 Días por el Río, un itinerario espiritual en preparación al Sínodo para la Amazonía 13º Día: discernir con valentía, ánimo y libertad interior aquello a lo que Dios nos llama

40 dias por el rio
40 dias por el rio

Será muy necesaria la actitud de humildad y apertura interior para permitir que lo celestial se nos revele desde la mediación de la territorialidad Amazónica como lugar teológico, donde hay una llamada a un nuevo tipo de sabiduría que es expresión de Dios y grito impostergable de los profetas: Cuidar la casa común

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Petición Permanente por el Sínodo Amazónico al Inicio de Cada Día 

Que el Dios de la vida y la belleza, el Espíritu Santo que nos impulsa hacia más fraternidad, unidad y dignidad, y el Cristo encarnado de la Buena Nueva, y de la inculturación y la interculturalidad nos den la serenidad, el discernimiento y la valentía para encontrar los nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral en este Sínodo Amazónico. Todo ello para el bien y la vida de sus pueblos y comunidades, y para caminar más juntos por el Reino”.

Meditar por unos momentos esta petición inicial, buscar la calma interior para entrar en este momento de navegar por las aguas de la Amazonía y de la vida de la Iglesia al servicio de sus pueblos y comunidades, y para escuchar el llamado de Dios a través de su palabra viva.

Lectura del día (cada uno y cada uno es invitado a profundizar en la lectura completa según su propia necesidad y criterio)

“¿Quién conoce los proyectos de Dios, o puede imaginar lo que desea el Señor? Los pensamientos humanos son titubeantes, son inseguras nuestras reflexiones; porque el cuerpo corruptible es lastre para el alma y esta tienda de barro oprime a la mente que piensa. Si nos cuesta tanto conocer las cosas terrenas y si solo a duras penas conseguimos alcanzar aquello que está a nuestro alcance, ¿cómo podremos rastrear las realidades celestiales? ¿Quién conocerá tus planes si tú no le das sabiduría y le envías desde lo alto tu santo espíritu? Así los humanos aprendieron lo que te agrada, los que habitan la tierra encontraron el camino recto y, en virtud de la sabiduría, se salvaron»” Sabiduría 9, 13-18

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Reflexión desde la perspectiva del Sínodo Amazónico

En este Sínodo Amazónico estamos llamados a discernir con valentía, ánimo y libertad interior aquello a lo que Dios nos llama en este momento que reconocemos como un verdadero Kairós. Un tiempo especial y propicio para reconocer la revelación de Dios para la Amazonía y para la misión del seguimiento del Señor de toda la Iglesia. Esto es un don y una gracia, todos nos hemos de reconocer limitados ante ella, y al mismo tiempo privilegiados por lo que nos está tocando vivir, y en ello será muy necesaria la actitud de humildad y apertura interior para permitir que lo celestial se nos revele desde la mediación de la territorialidad Amazónica como lugar teológico, donde hay una llamada a un nuevo tipo de sabiduría que es expresión de Dios y grito impostergable de los profetas: Cuidar la casa común. Es un mandato para cuidar la continuidad del proyecto de Dios, con una mirada especial hacia los más vulnerados, y agradeciendo a los guardianes de la tierra que tantas veces son los pueblos originarios y muchos de nuestros campesinos-as y otras comunidades que aquí viven y existen.

Contemplación

Contemplemos la imagen de este día y dediquemos un momento a reconocer nuestra propia vida y experiencia en la Iglesia y al servicio de la Amazonía para pedir luz en esta palabra de Dios en preparación del Sínodo. Escribir mis peticiones particulares y permanecer en ellas durante este día. Hacemos una invitación a llevar un registro de todo lo que el Espíritu suscite en nosotros como preparación interior para el Sínodo Amazónico.

Día 13

Cita para meditación de cierre

El territorio es un lugar teológico desde donde se vive la fe, es también una fuente peculiar de revelación de Dios. Esos espacios son lugares epifánicos en donde se manifiesta la reserva de vida y de sabiduría para el planeta, una vida y sabiduría que hablan de Dios. En la Amazonía se manifiestan las “caricias de Dios” que se encarna en la historia (cf. LS 84). Instrumentum Laboris, 19.

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