Monseñor José Ionilton Lisboa de Oliveira: “No podremos realizar la misión evangelizadora sin el papel importantísimo de los laicos”
Ser obispo es servicio, estar cerca, mezclarse con la gente, sentir el olor del pueblo, escuchar, alegrarse con la gente y acompañar sus sufrimientos y sus luchas. Monseñor José Ionilton Lisboa de Oliveira, que acaba de asumir el pasado 30 de julio el servicio episcopal de la Prelatura de Itacoatiara, en la región amazónica de Brasil, entiende su nuevo ministerios de esa forma.
El religioso vocacionista ha desempeñado la mayor parte de su ministerio pastoral en el Nordeste de Brasil y ha llegado a la región Norte del país sin muchos conocimientos previos, pero dispuesto a aprender con aquellos que va a acompañar en esta nueva andadura. Poco a poco va descubriendo algunas de las problemáticas y desafíos que va a tener que enfrentar, personalmente y como pastor de su nuevo rebaño.
Consciente de la necesidad de que la Iglesia se haga presente en la vida de la sociedad, que sea una Iglesia en salida, como nos dice el Papa Francisco, defiende que los laicos católicos se impliquen decisivamente en la construcción de un mundo mejor para todos y en el trabajo evangelizador.
Al mismo tiempo reconoce el importante papel que la Conferencia Episcopal Brasileña está teniendo en el momento de crisis por el que el país está pasando, insistiendo en la necesidad de que la Iglesia defienda los derechos del pueblo, especialmente de los pueblos de la Amazonia.
En la entrevista, el nuevo obispo responde a una de las cuestiones que cada vez están más presentes en la vida de la Iglesia, sobre todo en la Amazonia, como es el tema de la celebración eucarística, reconociendo abiertamente la capacitación para posibilitar que los laicos que viven en las comunidades puedan presidir la celebración eucarística.
¿Qué es lo que significa para usted ser obispo?
Ser obispo es servicio y fue así como lo enfrenté cuando fui escogido y ahora que estoy asumiendo ese servicio en la Prelatura de Itacoatira. Expresé esa conciencia de que el ministerio episcopal es servicio porque a la hora de escoger el lema, me vino al pensamiento de una forma muy fuerte las palabras de Jesús que dicen “Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve”, por lo que asumí ese lema para mi ministerio de obispo.
Fue también eso lo que dije al pueblo de Itacoatiara el día 19 de abril, cuando fue publicado el nombramiento, en un mensaje que envié, que estaría viniendo para aquí para ser un siervo a más de la Iglesia de la Prelatura de Itacoatiara, que venía para sumar fuerzas, junto con todos los otros líderes y fuerzas vivas que sabía que ya existían y que ahora estoy viendo que existen en la Prelatura y en todas las parroquias y comunidades.
Aquellos que le conocen le definen como un pastor con olor a oveja, al estilo de lo que propone el Papa Francisco, ¿qué opinión le merece esa afirmación?
Es difícil hablar de uno mismo, pero creo que eso viene en cierta medida de la generosidad de la gente buena, que ven las cosas buenas en los otros. Yo me siento feliz y agradezco a Dios porque la gente consigue verme así y mi servicio en la Iglesia.
Pienso que todo ministro ordenado en la Iglesia, diácono, sacerdote, obispo, debe ser así, de ese modo que el Papa Francisco expresó, alguien que se mezcla con el pueblo y por eso siente el olor del pueblo. Consecuentemente esa expresión significa un ministerio ordenado, en mi caso como obispo, que esté cercano de las personas, junto con el pueblo, oyendo a la gente, alegrándose cuando el pueblo se alegra y llorando cuando el pueblo llora, luchando con las luchas del pueblo.
Creo que esa ha sido mi vida como religioso vocacionista, como padre, y ahora como religioso y obispo. Yo he procurado ponerme al servicio del Pueblo de Dios de la Prelatura, de sus parroquias y comunidades, y también en las familias e individualmente, pues uno acaba aproximándose de las personas por muchas razones, de sus expectativas y vida, de aquello que decía un poco atrás, de sus alegrías y esperanzas, de sus preocupaciones y luchas.
¿Cuál es su primera impresión sobre la Iglesia de la Amazonia? ¿Ya es consciente de algunos desafíos?
Conocía la Iglesia de la Amazonia por lo que había escuchado decir, pues de hecho nunca había estado aquí en el Norte de Brasil, en el estado de Amazonas o en la Prelatura de Itacoatiara. Inclusive le dije eso al nuncio apostólico cuando me comunicó el nombramiento y me preguntó si quería ser obispo aquí en la Prelatura.
Le dije que no conocía el Norte, que no conocía Itacoatiara, cómo puedo ser obispo allí. Él respondió que era una misión, que fuese y la abrazase, pues la misión de la Iglesia es la misma, que inclusive era bueno que no conociese, pues así iría y comenzaría el trabajo. A partir de eso fui buscando conocer un poco más, tanto de la Prelatura de Itacoatiara como del Regional Norte 1 de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB), de esta realidad de la Amazonia.
Uno tenía el conocimiento a partir de las Campañas de la Fraternidad que hablaban de la Amazonia, como en este año en que se trató sobre los biomas, incluyendo el nuestro de aquí. Leía artículos que salían en las revistas, en las páginas web sobre la Iglesia en la Amazonia. Pero ahora llegando a la Amazonia, viviendo y trabajando en la Prelatura de Itacoatiara, voy pudiendo conocer más y mejor. Participar de la Asamblea del Regional Norte 1 me ha ampliado bastante mi conocimiento, pues la Prelatura de Itacoatiara es sólo un pedazo de la Amazonia.
Diría que, por lo que ya había leído y oído, es una realidad diferenciada de esa realidad que forma parte de la Iglesia de la Amazonia, como por ejemplo São Gabriel da Cachoeira, Alto Solimões, Roraima, que son diócesis que están más en el centro de la realidad amazónica y en su parte más conservada. Itacoatiara es una Prelatura donde esas características de la Amazonia se han ido perdiendo con el paso del tiempo.
Los desafíos son muchos, entre los eclesiales por así decir, para nosotros de la Prelatura, está el pequeño número de padres, hubo un tiempo con una caída de la formación de líderes laicos, lo que ha hecho que hoy no tengamos muchos líderes laicos ni en la ciudad ni en las comunidades ribereñas. Ese es un desafío que estamos enfrentando a nivel eclesial.
A nivel social nos encontramos con el tráfico de drogas, que es bastante fuerte en la región, también la cuestión de la gente que vive en la calle, a la orilla del Río Amazonas. Estamos a camino del estado de Pará, por lo que mucha gente va y viene y se queda allí para intentar salir adelante, acabando convirtiéndose en un sin techo, lo que ha hecho que la Iglesia y la sociedad civil de movilicen para intentar responder a esa realidad.
La cuestión de las políticas públicas, que uno percibe que no están muy presentes en la realidad de los municipios que componen la Prelatura, por lo que es también un desafío a nivel social. La cuestión del desempleo, del alcoholismo, de la violencia en el tránsito, son realidades que claman, principalmente en Itacoatiara.
La asamblea me ha ayudado a tener conocimiento de una realidad con desafíos mucho mayores que éstos que he señalado y que hasta ahora he podido percibir. La Prelatura también enfrenta la cuestión de los pueblos indígenas, que ha sido expuesto por el Consejo Indigenista Misionero (CIMI) y la Red Eclesial Pan-Amazónica (REPAM). La cuestión de la tierra, de la búsqueda desenfrenada de quitar las tierras de la Amazonia a aquellos que son sus verdaderos dueños, eso es ciertamente un desafío no sólo para mí en cuanto persona y obispo o para la Prelatura de Itacoatiara, sino también para nosotros como Regional Norte 1 y todas las diócesis y prelaturas que componen la Iglesia en esta región.
Como usted ha señalado la Prelatura es un corredor para el tráfico de drogas, pero también para la explotación sexual y la trata de personas. ¿Usted ya ha intuido alguna cosa en relación a esa problemática?
Lo que he oído es este poco tiempo que llevo viviendo en Itacoatiara, en el contacto con las comunidades y con algunas parroquias de la zona ribereña, lo que más se escucha es lo referente a la cuestión de la droga, el fácil acceso, el alto consumo en la ciudad que afecta principalmente a la juventud.
Sobre la trata de personas todavía no he escuchado nada, salvo esa situación de las personas que viven en la calle que en una reunión que fue realizada sobre esa problemática, se habló de la cuestión de ser personas que han sido traídas muchas veces a la fuerza, siendo obligadas a salir de determinados lugares y que son abandonadas allí, lo que no deja de ser una trata de personas.
A esto se une el abuso sexual de mujeres que viven en las calles de Itacoatiara, hecho constatado a través del relato de algunas personas que dan testimonio de eso, mujeres que no tienen donde vivir y se ven obligadas a vivir en la calle, convirtiéndose en víctimas de la explotación sexual, en el puerto de la ciudad de Itacoatiara, que es un punto intermedio entre Manaos y el estado de Pará.
Creo que con el paso del tiempo voy a ir descubriendo a través de los relatos que las personas nos cuentan esa otra realidad de la trata de personas para la explotación sexual y laboral, que es algo que está presente, pues tenemos la cuestión de la pesca, que todavía es, gracias a Dios, artesanal, de pequeños pescadores. Ya ha escuchado varios relatos de tentativas de empresas para que la pesca industrial llegue a la región, ante lo que hubo una organización de los pescadores y una resistencia y que contó en aquel momento con el apoyo de la Iglesia, consiguiendo que se mantuviese la pesca artesanal llevada a cabo por los ribereños.
Pero presiento que esa cuestión de la trata de personas debe entrar y va a entrar en la pauta de nuestra misión como Iglesia en la Prelatura y dar visibilidad a esa problemática que a veces está escondida. Yo quiero, deseo llevar cuanto antes esa discusión, esa propuesta de la Red un Grito por la Vida para que esa temática esté presente entre la gente, en los colegios y universidades que existen, para que podamos conversar sobre esa problemática que con certeza debe ya estar presente, aunque no aparezca de forma clara y no sea del conocimiento de la sociedad ni de nosotros como Iglesia de la Prelatura.
A los pocos días de asumir su misión como obispo de Itacoatiara, usted emitió una nota sobre las últimas elecciones que hubo para elegir gobernador del estado de Amazonas, celebradas como consecuencia de la destitución del anterior por corrupción. ¿Cree que la Iglesia debe manifestar su postura ante esas situaciones? ¿Cómo juzga los últimos pronunciamientos de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil sobre la cuestión de la corrupción?
Fue algo que propuse en la primera reunión del clero que tuvimos después de mi llegada, pues la elección ya iba a ser el domingo siguiente, diciendo que no podíamos dejar pasar ese momento, por lo que fue propuesta una nota que salió. Todavía no tenía mucho conocimiento de la realidad política del estado, pero lo veía necesario por el hecho de tratarse de una elección llamada supletoria, pues el gobernador y el vicegobernador habían sido destituidos por corrupción.
Por eso dije que debíamos emitir una nota que hablase en primer lugar de la importancia de nuestra participación en este proceso democrático representativo, a pesar de todos los fallos que todavía conlleva ese proceso, después para pedir que nosotros, como católicos de la Prelatura, pudiésemos participar de una forma transparente, honesta, ética, principalmente votando con conciencia y libertad, sin ningún amarre a intereses económicos, a la llamada compra y venta del voto.
La nota fue divulgada, aunque de una forma tímida diría, pues nos limitamos a divulgarla en las redes sociales de la propia Prelatura, ante lo que posteriormente evaluamos si no podríamos haberlo divulgado de una forma más amplia, a través de la prensa, lo que fue un aprendizaje para las próximas.
Creo que la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil ha realizado un muy buen trabajo en ese punto en todas las elecciones. Siempre acompañé esas notas que la Conferencia ha emitido en esas épocas y siempre di una gran importancia a eso en mi trabajo como religioso padre y ahora como religioso obispo no va a ser diferente y voy a estar ayudando en ese proceso.
Defiendo que como Iglesia tengamos una participación más efectiva en la vida social, en ese campo de la política, de ocupar los espacios, sea en los consejos municipales, sea a través de cristianos católicos que ocupen cargos públicos electivos, nombrados o concursados.
Creo que nosotros debemos contribuir mucho en ese combate de la corrupción. Los documentos de la Iglesia son muy buenos en ese sentido, pero todavía existe una distancia entre lo que está en el documento y aquello que hacemos en la práctica en las diócesis, prelaturas, parroquias y comunidades. Creo que debemos avanzar en la práctica, pues los documentos son muy buenos. Por ejemplo, se habla mucho sobre la vocación del laico en la sociedad, en la familia, en el trabajo, en la política, en la economía, pero nosotros en cuanto Iglesia como organización institucional todavía amarramos mucho al laico en el espacio interno.
No es que eso no sea importante, la pastoral, la catequesis, la liturgia, pero eso a veces les quita mucho tiempo a los laicos para estar en la sociedad, en esos espacios en los que se podría, a partir de los valores de la Palabra de Dios, del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia, estar dando una enorme contribución para disminuir, pues acabar tal vez sea difícil, pues está un poco en la raíz del corazón humano, con esa cuestión de la corrupción que está ahí en la sociedad brasileña, no porque ella naciese hace unos pocos años, sino porque ahora se está haciendo visible, tenemos conocimiento de esas cosas por causa de la facilidad de los medios de comunicación social.
Quiero contribuir en la Prelatura y, si Dios lo permite, a nivel de Regional Norte 1, para que se pueda avanzar en ese punto, ayudar a nuestros laicos a ocupar realmente esos espacios que son importantes en la organización de la sociedad civil. Por eso, ya fue organizado este 8 de octubre una mañana sobre la dimensión política de la fe cristiana, que es un trabajo que realizaba mucho donde estaba antes, en Bahía, en las parroquias donde trabajé y en otras que me invitaban.
Hay muchos prejuicios en relación a la política, pues se confunde la política con el mal ejercicio de esa política, llegando muchas personas a la conclusión de que todo lo que está mal hecho es política, diciendo que no les gusta la política como consecuencia de todas esas cosas erradas que tienen lugar. Necesitamos contribuir como Iglesia para clarificar los conceptos y ocupar los espacios. Siempre he dicho que, ante los escándalos de corrupción, en vez de apartarse y decir que la política es algo que no sirve, sucio, que lleva a la gente a cometer crímenes, nosotros debemos estar dentro para que con la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo y la Doctrina de la Iglesia, ayudar a mejorar la organización de la sociedad.
La Iglesia de la Amazonia, siguiendo las orientaciones del Papa Francisco, da cada vez más importancia al trabajo de laicos y laicas. Teniendo en cuenta las características de la región, ¿es posible evangelizar la región sin que el laicado tenga un papel destacado?
De ningún modo. No sólo en la Amazonia, pues no veo como nosotros como Iglesia cristiana católica podremos cumplir nuestra misión evangelizadora, aquello que Jesús propuso y entregó para nosotros y aquello que la propia Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil propone en las llamadas Directrices Generales de la Acción Evangelizadora, sin contar con ese servicio importantísimo de los cristianos laicos y laicas.
Pero yo voy a repetir un poco de lo que ya tenía dicho antes sobre la cuestión política, insisto mucho en que nosotros como Iglesia al precisar de ese servicio del laico en el interior de la misión para animar las comunidades, para actuar en una pastoral, no podemos dejar al laico sin ese primer espacio, que es estar ocupando y viviendo su vocación de laico en los espacios de la sociedad, porque allí ellos tienen un papel fundamental.
Puedo decir que nosotros como Iglesia de Brasil, del mundo entero, aquí en la Región Amazónica, en cualquier lugar, no va a poder haber una Iglesia que tenga apenas servidores ordenados, diáconos, sacerdotes y obispos, pues si depende de eso no vamos a avanzar en nuestro servicio evangelizador y en todo lo que esta expresión supone, inclusive en la dimensión social de la fe, que es el servicio que nosotros como Iglesia necesitamos cada vez más abrir, animar, fortalecer, acompañar y dar sustento, al servicio de tanto laicos que ya están ahí en ese trabajo, intentando rescatar la ética en la política, también como una misión, pues a veces, no sé si aquí, no lo puedo afirmar, pero donde yo viví en los últimos tiempos como religioso padre, hay un determinado concepto de laico implicado que sería aquel que está en la liturgia, en la catequesis, como ministro de la eucaristía, en aquellos servicios más eclesiales, en una comunidad o en una parroquia.
Cuando un laico no actúa en ninguna de esas instancias, más de la organización interna de la Iglesia, se ve al laico como alguien que no está ocupando su lugar, que no está teniendo una misión. Yo veo que el laico que actúa por ejemplo en la política, ocupando un servicio público y haciendo eso con calidad, teniendo en cuenta la Palabra de Dios y la orientación de la Iglesia es una misión, y tenemos que considerarlo una misión.
Por eso, creo que no podemos dejar de lado, de ningún modo, la enorme contribución que los cristianos laicos y las cristianas laicas pueden dar aquí en la Amazonia y en nuestra actividad en la Prelatura de Itacoatiara.
Usted ya debe haber sentido, percibido, las distancias de nuestra Amazonia, ¿cómo resolver el problema de la celebración eucarística en esta tierra donde muchas comunidades sólo pueden celebrar la Eucaristía una o dos veces por año?
Ese es un desafío que no es sólo nuestro, de aquí de la Región Amazónica, pues en el Nordeste de Brasil, de donde yo vengo también es un desafío, pues son parroquias enormes, con muchas comunidades, con uno o dos sacerdotes, y también allí hay comunidades que tienen dos o tres veces por año la celebración de la Eucaristía.
Ese es un asunto que viene inquietando a la Iglesia hace muchos años. Me acuerdo que en el Sínodo sobre los laicos, en el año 1988, esos asuntos ya fueron abordados. Un obispo brasileño llevó esa inquietud, pidiendo para ser revista esa cuestión de los llamados ministerios ordenados, pero no avanzó hasta ahora y todavía se permanece del mismo modo que ha venido siendo realizado desde hace mucho tiempo. Pero vamos a tener que continuar buscando caminos y alternativas y ese camino, dentro del contexto actual, es el de los ministerios laicales, ofrecer una capacitación y posibilitar que los laicos que viven en esas comunidades para que puedan también hacer eso.
Don Erwin Kräutler, en un texto que escribió recientemente, en el que hace una especie de autobiografía, escribiendo sobre su vocación y misión, su venida para Brasil, su misión como padre y obispo, en un determinado momento levanta esa cuestión y hace una provocación misionera, diciendo a los obispos que tienen muchos padres en otras regiones que piensen en nosotros, en la Región Amazónica, pero también formula esa pregunta, usando la comparación de las Iglesias no católicas, donde llegan en las comunidades y alguien se queda todo el tiempo como pastor de aquella Iglesia.
En ese punto, por mucho que digamos que los laicos asumen, ellos acaban no teniendo esa capacitación para asumir como representación oficial de la Iglesia Católica. Eso crea una dificultad, por lo que propone en su escrito sobre la posibilidad de pensar en cada comunidad de Brasil en escoger a alguien que tenga una vida de testimonio, de inserción y poder confiar ese liderazgo a esa persona, o a esas personas.
Creo que tenemos que madurar eso y una vez más volver a pensar en ello, pues de hecho son realidades que forman parte de nuestra realidad. En la Prelatura tenemos un municipio llamado Urucará, que es una tira enorme de tierra, desde la frontera con el estado de Roraima y del otro lado con el estado de Pará, donde la sede de la parroquia queda en el medio de esa área territorial enorme, con un sólo sacerdote para poder presidir la Eucaristía. Estuve allí, en dos áreas ribereñas, y de lo que más hablaban era de eso, la falta de esa presencia de la Iglesia a través de la Eucaristía, a pesar de que ya se haga lo que siempre se hizo, que después de una parada estamos intentando rescatar, que es preparar los ministros de la Palabra y de la Eucaristía, para que puedan tener las celebraciones de la Palabra de Dios y la distribución de la Eucaristía todos los domingos. Pero no deja de ser un desafío que nosotros como Iglesia, aquí en la Amazonia y en Brasil, tenemos que continuar pensando.
Delante de los ataques que el gobierno brasileño viene haciendo a los derechos de los habitantes de la Amazonia, ¿cuál es el papel que debe tener la Iglesia católica?
El papel que la Iglesia católica debe asumir y que diría que viene asumiendo en los últimos tiempos, acompañando a distancia, estando todavía en Bahía, siempre escuchaba como los obispos de la Región Amazónica, junto con otros líderes, la vida religiosa, los laicos, manifestaban cuando tenían lugar determinadas situaciones o la vida estaba amenazada o inclusive destruida.
Vamos a tener que continuar haciendo eso, la Iglesia es portadora del mensaje de Cristo, que veo que está sintetizada en lo que dice y Juan colocó en el Evangelio, y que hoy recibe el nombre de capítulo 10, versículo 10, yo vine para que todos tengan vida y vida en abundancia. Entonces, donde la vida corre riesgo, nosotros de la Iglesia tenemos que posicionarnos en la defensa de la vida, tanto para no dejar que la vida sea atacada, destruida, como para ir disminuyendo todas esas fuerzas contrarias a la vida, porque pienso que nuestro trabajo no es sólo redactar una nota después de un tragedia.
Creo que nuestro servicio, y es algo que ya viene siendo hecho, y debemos continuar haciendo y hasta perfeccionar, es encontrar caminos para no dejar que la vida sea destruida. Por eso, tenemos que como Iglesia aquí en el Norte, en vista de esas situaciones de ser las tierras de la Amazonia bastante ambicionadas por el poder económico principalmente, por los terratenientes que desean tener la tierra, inclusive de los pueblos originarios, por causa de las riquezas que esa tierra tiene o puede producir.
Sabemos de eso, estamos atentos, inclusive el Papa Francisco en la Laudato Si enfoca mucho ese aspecto como la ganancia de dinero, de tener, que destruye esa obra bonita que Dios hizo. Creo que vamos a tener que continuar en ese camino, uniéndonos, posicionándonos, sumando esfuerzos con todas las fuerzas vivas que existen en la sociedad civil organizada, en defensa de la Amazonia, de los pueblos indígenas, de las riquezas que existen aquí y que no pueden ser explotadas apenas por el poder económico en vista del lucro y del dinero.
Tenemos una riqueza que es necesario conservar en beneficio de los pueblos que aquí viven, no sólo diría los pueblos indígenas, sino también todas las otras culturas que fueron llegando y están aquí en la Amazonia y por qué no decir, como aparece en el Texto Base de la Campaña de la Fraternidad de este año, sobre los biomas, nuestro bioma es el bioma que lleva beneficios más allá de las fronteras, inclusive de América Latina.
Por eso, tenemos que continuar dando nuestra parcela de contribución, con la denuncia profética cuando es necesario, pero también con todo ese trabajo, que percibo que ya viene siendo realizado por la REPAM, de organización para preservar lo que está ahí siendo amenazado de destrucción.
El religioso vocacionista ha desempeñado la mayor parte de su ministerio pastoral en el Nordeste de Brasil y ha llegado a la región Norte del país sin muchos conocimientos previos, pero dispuesto a aprender con aquellos que va a acompañar en esta nueva andadura. Poco a poco va descubriendo algunas de las problemáticas y desafíos que va a tener que enfrentar, personalmente y como pastor de su nuevo rebaño.
Consciente de la necesidad de que la Iglesia se haga presente en la vida de la sociedad, que sea una Iglesia en salida, como nos dice el Papa Francisco, defiende que los laicos católicos se impliquen decisivamente en la construcción de un mundo mejor para todos y en el trabajo evangelizador.
Al mismo tiempo reconoce el importante papel que la Conferencia Episcopal Brasileña está teniendo en el momento de crisis por el que el país está pasando, insistiendo en la necesidad de que la Iglesia defienda los derechos del pueblo, especialmente de los pueblos de la Amazonia.
En la entrevista, el nuevo obispo responde a una de las cuestiones que cada vez están más presentes en la vida de la Iglesia, sobre todo en la Amazonia, como es el tema de la celebración eucarística, reconociendo abiertamente la capacitación para posibilitar que los laicos que viven en las comunidades puedan presidir la celebración eucarística.
¿Qué es lo que significa para usted ser obispo?
Ser obispo es servicio y fue así como lo enfrenté cuando fui escogido y ahora que estoy asumiendo ese servicio en la Prelatura de Itacoatira. Expresé esa conciencia de que el ministerio episcopal es servicio porque a la hora de escoger el lema, me vino al pensamiento de una forma muy fuerte las palabras de Jesús que dicen “Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve”, por lo que asumí ese lema para mi ministerio de obispo.
Fue también eso lo que dije al pueblo de Itacoatiara el día 19 de abril, cuando fue publicado el nombramiento, en un mensaje que envié, que estaría viniendo para aquí para ser un siervo a más de la Iglesia de la Prelatura de Itacoatiara, que venía para sumar fuerzas, junto con todos los otros líderes y fuerzas vivas que sabía que ya existían y que ahora estoy viendo que existen en la Prelatura y en todas las parroquias y comunidades.
Aquellos que le conocen le definen como un pastor con olor a oveja, al estilo de lo que propone el Papa Francisco, ¿qué opinión le merece esa afirmación?
Es difícil hablar de uno mismo, pero creo que eso viene en cierta medida de la generosidad de la gente buena, que ven las cosas buenas en los otros. Yo me siento feliz y agradezco a Dios porque la gente consigue verme así y mi servicio en la Iglesia.
Pienso que todo ministro ordenado en la Iglesia, diácono, sacerdote, obispo, debe ser así, de ese modo que el Papa Francisco expresó, alguien que se mezcla con el pueblo y por eso siente el olor del pueblo. Consecuentemente esa expresión significa un ministerio ordenado, en mi caso como obispo, que esté cercano de las personas, junto con el pueblo, oyendo a la gente, alegrándose cuando el pueblo se alegra y llorando cuando el pueblo llora, luchando con las luchas del pueblo.
Creo que esa ha sido mi vida como religioso vocacionista, como padre, y ahora como religioso y obispo. Yo he procurado ponerme al servicio del Pueblo de Dios de la Prelatura, de sus parroquias y comunidades, y también en las familias e individualmente, pues uno acaba aproximándose de las personas por muchas razones, de sus expectativas y vida, de aquello que decía un poco atrás, de sus alegrías y esperanzas, de sus preocupaciones y luchas.
¿Cuál es su primera impresión sobre la Iglesia de la Amazonia? ¿Ya es consciente de algunos desafíos?
Conocía la Iglesia de la Amazonia por lo que había escuchado decir, pues de hecho nunca había estado aquí en el Norte de Brasil, en el estado de Amazonas o en la Prelatura de Itacoatiara. Inclusive le dije eso al nuncio apostólico cuando me comunicó el nombramiento y me preguntó si quería ser obispo aquí en la Prelatura.
Le dije que no conocía el Norte, que no conocía Itacoatiara, cómo puedo ser obispo allí. Él respondió que era una misión, que fuese y la abrazase, pues la misión de la Iglesia es la misma, que inclusive era bueno que no conociese, pues así iría y comenzaría el trabajo. A partir de eso fui buscando conocer un poco más, tanto de la Prelatura de Itacoatiara como del Regional Norte 1 de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB), de esta realidad de la Amazonia.
Uno tenía el conocimiento a partir de las Campañas de la Fraternidad que hablaban de la Amazonia, como en este año en que se trató sobre los biomas, incluyendo el nuestro de aquí. Leía artículos que salían en las revistas, en las páginas web sobre la Iglesia en la Amazonia. Pero ahora llegando a la Amazonia, viviendo y trabajando en la Prelatura de Itacoatiara, voy pudiendo conocer más y mejor. Participar de la Asamblea del Regional Norte 1 me ha ampliado bastante mi conocimiento, pues la Prelatura de Itacoatiara es sólo un pedazo de la Amazonia.
Diría que, por lo que ya había leído y oído, es una realidad diferenciada de esa realidad que forma parte de la Iglesia de la Amazonia, como por ejemplo São Gabriel da Cachoeira, Alto Solimões, Roraima, que son diócesis que están más en el centro de la realidad amazónica y en su parte más conservada. Itacoatiara es una Prelatura donde esas características de la Amazonia se han ido perdiendo con el paso del tiempo.
Los desafíos son muchos, entre los eclesiales por así decir, para nosotros de la Prelatura, está el pequeño número de padres, hubo un tiempo con una caída de la formación de líderes laicos, lo que ha hecho que hoy no tengamos muchos líderes laicos ni en la ciudad ni en las comunidades ribereñas. Ese es un desafío que estamos enfrentando a nivel eclesial.
A nivel social nos encontramos con el tráfico de drogas, que es bastante fuerte en la región, también la cuestión de la gente que vive en la calle, a la orilla del Río Amazonas. Estamos a camino del estado de Pará, por lo que mucha gente va y viene y se queda allí para intentar salir adelante, acabando convirtiéndose en un sin techo, lo que ha hecho que la Iglesia y la sociedad civil de movilicen para intentar responder a esa realidad.
La cuestión de las políticas públicas, que uno percibe que no están muy presentes en la realidad de los municipios que componen la Prelatura, por lo que es también un desafío a nivel social. La cuestión del desempleo, del alcoholismo, de la violencia en el tránsito, son realidades que claman, principalmente en Itacoatiara.
La asamblea me ha ayudado a tener conocimiento de una realidad con desafíos mucho mayores que éstos que he señalado y que hasta ahora he podido percibir. La Prelatura también enfrenta la cuestión de los pueblos indígenas, que ha sido expuesto por el Consejo Indigenista Misionero (CIMI) y la Red Eclesial Pan-Amazónica (REPAM). La cuestión de la tierra, de la búsqueda desenfrenada de quitar las tierras de la Amazonia a aquellos que son sus verdaderos dueños, eso es ciertamente un desafío no sólo para mí en cuanto persona y obispo o para la Prelatura de Itacoatiara, sino también para nosotros como Regional Norte 1 y todas las diócesis y prelaturas que componen la Iglesia en esta región.
Como usted ha señalado la Prelatura es un corredor para el tráfico de drogas, pero también para la explotación sexual y la trata de personas. ¿Usted ya ha intuido alguna cosa en relación a esa problemática?
Lo que he oído es este poco tiempo que llevo viviendo en Itacoatiara, en el contacto con las comunidades y con algunas parroquias de la zona ribereña, lo que más se escucha es lo referente a la cuestión de la droga, el fácil acceso, el alto consumo en la ciudad que afecta principalmente a la juventud.
Sobre la trata de personas todavía no he escuchado nada, salvo esa situación de las personas que viven en la calle que en una reunión que fue realizada sobre esa problemática, se habló de la cuestión de ser personas que han sido traídas muchas veces a la fuerza, siendo obligadas a salir de determinados lugares y que son abandonadas allí, lo que no deja de ser una trata de personas.
A esto se une el abuso sexual de mujeres que viven en las calles de Itacoatiara, hecho constatado a través del relato de algunas personas que dan testimonio de eso, mujeres que no tienen donde vivir y se ven obligadas a vivir en la calle, convirtiéndose en víctimas de la explotación sexual, en el puerto de la ciudad de Itacoatiara, que es un punto intermedio entre Manaos y el estado de Pará.
Creo que con el paso del tiempo voy a ir descubriendo a través de los relatos que las personas nos cuentan esa otra realidad de la trata de personas para la explotación sexual y laboral, que es algo que está presente, pues tenemos la cuestión de la pesca, que todavía es, gracias a Dios, artesanal, de pequeños pescadores. Ya ha escuchado varios relatos de tentativas de empresas para que la pesca industrial llegue a la región, ante lo que hubo una organización de los pescadores y una resistencia y que contó en aquel momento con el apoyo de la Iglesia, consiguiendo que se mantuviese la pesca artesanal llevada a cabo por los ribereños.
Pero presiento que esa cuestión de la trata de personas debe entrar y va a entrar en la pauta de nuestra misión como Iglesia en la Prelatura y dar visibilidad a esa problemática que a veces está escondida. Yo quiero, deseo llevar cuanto antes esa discusión, esa propuesta de la Red un Grito por la Vida para que esa temática esté presente entre la gente, en los colegios y universidades que existen, para que podamos conversar sobre esa problemática que con certeza debe ya estar presente, aunque no aparezca de forma clara y no sea del conocimiento de la sociedad ni de nosotros como Iglesia de la Prelatura.
A los pocos días de asumir su misión como obispo de Itacoatiara, usted emitió una nota sobre las últimas elecciones que hubo para elegir gobernador del estado de Amazonas, celebradas como consecuencia de la destitución del anterior por corrupción. ¿Cree que la Iglesia debe manifestar su postura ante esas situaciones? ¿Cómo juzga los últimos pronunciamientos de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil sobre la cuestión de la corrupción?
Fue algo que propuse en la primera reunión del clero que tuvimos después de mi llegada, pues la elección ya iba a ser el domingo siguiente, diciendo que no podíamos dejar pasar ese momento, por lo que fue propuesta una nota que salió. Todavía no tenía mucho conocimiento de la realidad política del estado, pero lo veía necesario por el hecho de tratarse de una elección llamada supletoria, pues el gobernador y el vicegobernador habían sido destituidos por corrupción.
Por eso dije que debíamos emitir una nota que hablase en primer lugar de la importancia de nuestra participación en este proceso democrático representativo, a pesar de todos los fallos que todavía conlleva ese proceso, después para pedir que nosotros, como católicos de la Prelatura, pudiésemos participar de una forma transparente, honesta, ética, principalmente votando con conciencia y libertad, sin ningún amarre a intereses económicos, a la llamada compra y venta del voto.
La nota fue divulgada, aunque de una forma tímida diría, pues nos limitamos a divulgarla en las redes sociales de la propia Prelatura, ante lo que posteriormente evaluamos si no podríamos haberlo divulgado de una forma más amplia, a través de la prensa, lo que fue un aprendizaje para las próximas.
Creo que la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil ha realizado un muy buen trabajo en ese punto en todas las elecciones. Siempre acompañé esas notas que la Conferencia ha emitido en esas épocas y siempre di una gran importancia a eso en mi trabajo como religioso padre y ahora como religioso obispo no va a ser diferente y voy a estar ayudando en ese proceso.
Defiendo que como Iglesia tengamos una participación más efectiva en la vida social, en ese campo de la política, de ocupar los espacios, sea en los consejos municipales, sea a través de cristianos católicos que ocupen cargos públicos electivos, nombrados o concursados.
Creo que nosotros debemos contribuir mucho en ese combate de la corrupción. Los documentos de la Iglesia son muy buenos en ese sentido, pero todavía existe una distancia entre lo que está en el documento y aquello que hacemos en la práctica en las diócesis, prelaturas, parroquias y comunidades. Creo que debemos avanzar en la práctica, pues los documentos son muy buenos. Por ejemplo, se habla mucho sobre la vocación del laico en la sociedad, en la familia, en el trabajo, en la política, en la economía, pero nosotros en cuanto Iglesia como organización institucional todavía amarramos mucho al laico en el espacio interno.
No es que eso no sea importante, la pastoral, la catequesis, la liturgia, pero eso a veces les quita mucho tiempo a los laicos para estar en la sociedad, en esos espacios en los que se podría, a partir de los valores de la Palabra de Dios, del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia, estar dando una enorme contribución para disminuir, pues acabar tal vez sea difícil, pues está un poco en la raíz del corazón humano, con esa cuestión de la corrupción que está ahí en la sociedad brasileña, no porque ella naciese hace unos pocos años, sino porque ahora se está haciendo visible, tenemos conocimiento de esas cosas por causa de la facilidad de los medios de comunicación social.
Quiero contribuir en la Prelatura y, si Dios lo permite, a nivel de Regional Norte 1, para que se pueda avanzar en ese punto, ayudar a nuestros laicos a ocupar realmente esos espacios que son importantes en la organización de la sociedad civil. Por eso, ya fue organizado este 8 de octubre una mañana sobre la dimensión política de la fe cristiana, que es un trabajo que realizaba mucho donde estaba antes, en Bahía, en las parroquias donde trabajé y en otras que me invitaban.
Hay muchos prejuicios en relación a la política, pues se confunde la política con el mal ejercicio de esa política, llegando muchas personas a la conclusión de que todo lo que está mal hecho es política, diciendo que no les gusta la política como consecuencia de todas esas cosas erradas que tienen lugar. Necesitamos contribuir como Iglesia para clarificar los conceptos y ocupar los espacios. Siempre he dicho que, ante los escándalos de corrupción, en vez de apartarse y decir que la política es algo que no sirve, sucio, que lleva a la gente a cometer crímenes, nosotros debemos estar dentro para que con la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo y la Doctrina de la Iglesia, ayudar a mejorar la organización de la sociedad.
La Iglesia de la Amazonia, siguiendo las orientaciones del Papa Francisco, da cada vez más importancia al trabajo de laicos y laicas. Teniendo en cuenta las características de la región, ¿es posible evangelizar la región sin que el laicado tenga un papel destacado?
De ningún modo. No sólo en la Amazonia, pues no veo como nosotros como Iglesia cristiana católica podremos cumplir nuestra misión evangelizadora, aquello que Jesús propuso y entregó para nosotros y aquello que la propia Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil propone en las llamadas Directrices Generales de la Acción Evangelizadora, sin contar con ese servicio importantísimo de los cristianos laicos y laicas.
Pero yo voy a repetir un poco de lo que ya tenía dicho antes sobre la cuestión política, insisto mucho en que nosotros como Iglesia al precisar de ese servicio del laico en el interior de la misión para animar las comunidades, para actuar en una pastoral, no podemos dejar al laico sin ese primer espacio, que es estar ocupando y viviendo su vocación de laico en los espacios de la sociedad, porque allí ellos tienen un papel fundamental.
Puedo decir que nosotros como Iglesia de Brasil, del mundo entero, aquí en la Región Amazónica, en cualquier lugar, no va a poder haber una Iglesia que tenga apenas servidores ordenados, diáconos, sacerdotes y obispos, pues si depende de eso no vamos a avanzar en nuestro servicio evangelizador y en todo lo que esta expresión supone, inclusive en la dimensión social de la fe, que es el servicio que nosotros como Iglesia necesitamos cada vez más abrir, animar, fortalecer, acompañar y dar sustento, al servicio de tanto laicos que ya están ahí en ese trabajo, intentando rescatar la ética en la política, también como una misión, pues a veces, no sé si aquí, no lo puedo afirmar, pero donde yo viví en los últimos tiempos como religioso padre, hay un determinado concepto de laico implicado que sería aquel que está en la liturgia, en la catequesis, como ministro de la eucaristía, en aquellos servicios más eclesiales, en una comunidad o en una parroquia.
Cuando un laico no actúa en ninguna de esas instancias, más de la organización interna de la Iglesia, se ve al laico como alguien que no está ocupando su lugar, que no está teniendo una misión. Yo veo que el laico que actúa por ejemplo en la política, ocupando un servicio público y haciendo eso con calidad, teniendo en cuenta la Palabra de Dios y la orientación de la Iglesia es una misión, y tenemos que considerarlo una misión.
Por eso, creo que no podemos dejar de lado, de ningún modo, la enorme contribución que los cristianos laicos y las cristianas laicas pueden dar aquí en la Amazonia y en nuestra actividad en la Prelatura de Itacoatiara.
Usted ya debe haber sentido, percibido, las distancias de nuestra Amazonia, ¿cómo resolver el problema de la celebración eucarística en esta tierra donde muchas comunidades sólo pueden celebrar la Eucaristía una o dos veces por año?
Ese es un desafío que no es sólo nuestro, de aquí de la Región Amazónica, pues en el Nordeste de Brasil, de donde yo vengo también es un desafío, pues son parroquias enormes, con muchas comunidades, con uno o dos sacerdotes, y también allí hay comunidades que tienen dos o tres veces por año la celebración de la Eucaristía.
Ese es un asunto que viene inquietando a la Iglesia hace muchos años. Me acuerdo que en el Sínodo sobre los laicos, en el año 1988, esos asuntos ya fueron abordados. Un obispo brasileño llevó esa inquietud, pidiendo para ser revista esa cuestión de los llamados ministerios ordenados, pero no avanzó hasta ahora y todavía se permanece del mismo modo que ha venido siendo realizado desde hace mucho tiempo. Pero vamos a tener que continuar buscando caminos y alternativas y ese camino, dentro del contexto actual, es el de los ministerios laicales, ofrecer una capacitación y posibilitar que los laicos que viven en esas comunidades para que puedan también hacer eso.
Don Erwin Kräutler, en un texto que escribió recientemente, en el que hace una especie de autobiografía, escribiendo sobre su vocación y misión, su venida para Brasil, su misión como padre y obispo, en un determinado momento levanta esa cuestión y hace una provocación misionera, diciendo a los obispos que tienen muchos padres en otras regiones que piensen en nosotros, en la Región Amazónica, pero también formula esa pregunta, usando la comparación de las Iglesias no católicas, donde llegan en las comunidades y alguien se queda todo el tiempo como pastor de aquella Iglesia.
En ese punto, por mucho que digamos que los laicos asumen, ellos acaban no teniendo esa capacitación para asumir como representación oficial de la Iglesia Católica. Eso crea una dificultad, por lo que propone en su escrito sobre la posibilidad de pensar en cada comunidad de Brasil en escoger a alguien que tenga una vida de testimonio, de inserción y poder confiar ese liderazgo a esa persona, o a esas personas.
Creo que tenemos que madurar eso y una vez más volver a pensar en ello, pues de hecho son realidades que forman parte de nuestra realidad. En la Prelatura tenemos un municipio llamado Urucará, que es una tira enorme de tierra, desde la frontera con el estado de Roraima y del otro lado con el estado de Pará, donde la sede de la parroquia queda en el medio de esa área territorial enorme, con un sólo sacerdote para poder presidir la Eucaristía. Estuve allí, en dos áreas ribereñas, y de lo que más hablaban era de eso, la falta de esa presencia de la Iglesia a través de la Eucaristía, a pesar de que ya se haga lo que siempre se hizo, que después de una parada estamos intentando rescatar, que es preparar los ministros de la Palabra y de la Eucaristía, para que puedan tener las celebraciones de la Palabra de Dios y la distribución de la Eucaristía todos los domingos. Pero no deja de ser un desafío que nosotros como Iglesia, aquí en la Amazonia y en Brasil, tenemos que continuar pensando.
Delante de los ataques que el gobierno brasileño viene haciendo a los derechos de los habitantes de la Amazonia, ¿cuál es el papel que debe tener la Iglesia católica?
El papel que la Iglesia católica debe asumir y que diría que viene asumiendo en los últimos tiempos, acompañando a distancia, estando todavía en Bahía, siempre escuchaba como los obispos de la Región Amazónica, junto con otros líderes, la vida religiosa, los laicos, manifestaban cuando tenían lugar determinadas situaciones o la vida estaba amenazada o inclusive destruida.
Vamos a tener que continuar haciendo eso, la Iglesia es portadora del mensaje de Cristo, que veo que está sintetizada en lo que dice y Juan colocó en el Evangelio, y que hoy recibe el nombre de capítulo 10, versículo 10, yo vine para que todos tengan vida y vida en abundancia. Entonces, donde la vida corre riesgo, nosotros de la Iglesia tenemos que posicionarnos en la defensa de la vida, tanto para no dejar que la vida sea atacada, destruida, como para ir disminuyendo todas esas fuerzas contrarias a la vida, porque pienso que nuestro trabajo no es sólo redactar una nota después de un tragedia.
Creo que nuestro servicio, y es algo que ya viene siendo hecho, y debemos continuar haciendo y hasta perfeccionar, es encontrar caminos para no dejar que la vida sea destruida. Por eso, tenemos que como Iglesia aquí en el Norte, en vista de esas situaciones de ser las tierras de la Amazonia bastante ambicionadas por el poder económico principalmente, por los terratenientes que desean tener la tierra, inclusive de los pueblos originarios, por causa de las riquezas que esa tierra tiene o puede producir.
Sabemos de eso, estamos atentos, inclusive el Papa Francisco en la Laudato Si enfoca mucho ese aspecto como la ganancia de dinero, de tener, que destruye esa obra bonita que Dios hizo. Creo que vamos a tener que continuar en ese camino, uniéndonos, posicionándonos, sumando esfuerzos con todas las fuerzas vivas que existen en la sociedad civil organizada, en defensa de la Amazonia, de los pueblos indígenas, de las riquezas que existen aquí y que no pueden ser explotadas apenas por el poder económico en vista del lucro y del dinero.
Tenemos una riqueza que es necesario conservar en beneficio de los pueblos que aquí viven, no sólo diría los pueblos indígenas, sino también todas las otras culturas que fueron llegando y están aquí en la Amazonia y por qué no decir, como aparece en el Texto Base de la Campaña de la Fraternidad de este año, sobre los biomas, nuestro bioma es el bioma que lleva beneficios más allá de las fronteras, inclusive de América Latina.
Por eso, tenemos que continuar dando nuestra parcela de contribución, con la denuncia profética cuando es necesario, pero también con todo ese trabajo, que percibo que ya viene siendo realizado por la REPAM, de organización para preservar lo que está ahí siendo amenazado de destrucción.