Monseñor Lafont: “el gobierno francés no reconoce los derechos de los pueblos indígenas de Guyana”.

Los pueblos indígenas son amenazados en todos los rincones de la Amazonía, es una situación que se repite en los diferentes países y que también sucede en la Guyana Francesa, como afirma Monseñor Emmanuel Lafont, obispo de Cayenne, la única diócesis de la colonia francesa, desde 2004.

La vida de Monseñor Lafont siempre ha tenido una relación cercana con la misión, pues a sus ya más de 14 años de obispo misionero se une el hecho de que fue durante otros 14 años misionero en Sudáfrica y, junto con eso, director de las OMP de Francia por dos mandatos y Secretario del Comité episcopal para la Cooperación misionera.

El obispo señala la minería ilegal como la principal amenaza para los pueblos indígenas de su diócesis. Ellos sufren los perjuicios y no consiguen ningún beneficio, como se recoge en la Laudato Si, donde aparece que “todos estos procesos están motivados por el afán de dinero y no por el beneficio de las personas”, insiste Monseñor Lafont.

El contacto de la Iglesia católica con los indígenas ha sido históricamente escaso. Actualmente, según el obispo de Cayenne, “estamos tratando de entrar en la zona donde hay comunidades indígenas”, con el objetivo de mostrar “que existen los indígenas en la Amazonía, que están siendo violados sus derechos, que tienen ciertas necesidades” y que el gobierno francés “no reconoce los derechos de los pueblos indígenas”.

Monseñor Lafont ha escrito una carta pastoral “para explicar lo que está sucediendo y pedir que se preste atención a estas demandas”. Aunque no ha habido respuesta oficial, ha provocado alguna reacción del gobierno. En ese sentido, para defender a los pueblos indígenas, es necesario que los misioneros convivan con ellos, para”comprender mejor la cultura, aprender la lengua”. Junto con eso, van surgiendo líderes locales que pueden ayudar en el trabajo evangelizador.

¿Cuáles son las principales amenazas que la Guyana Francesa está sufriendo en este momento?

Nosotros estamos hablando de los pueblos indígenas, la mayor amenaza en este momento es la minería ilegal, porque este proceso de minería ilegal está haciendo que miles de personas del exterior vengan a nuestro país ilegalmente, sin ninguna regla, haciendo uso de mucho mercurio para llevar a cabo su actividad minera y están causando mucho daño a la selva y a los ríos.

Ellos son una amenaza directa para los indígenas que viven en el área. Algunos buscan protegerlos, pero es realmente complicado. Esa es la mayor amenaza para los pueblos indígenas en este momento.

¿Cómo el Sínodo para la Amazonía, que quiere abrir nuevos caminos para la ecología integral, puede ayudar a superar esas amenazas que los pueblos indígenas están sufriendo?

El mayor problema es la explotación de la Amazonía, si es legal o ilegal. No se está haciendo con respeto a los pueblos indígenas y tampoco se está haciendo para el beneficio de las personas que viven aquí. Todo el oro que sale está yéndose fuera, no queda nada, sólo queda el daño causado y las consecuencias sobre la gente.

Los mayores desafíos que nos pone la Laudato Si frente a esta realidad es que todos estos procesos están motivados por el afán de dinero y no por el beneficio de las personas. Este modelo económico beneficia sólo a los dueños y no a la gente, lo que es un desafío que debe ser denunciado por el Sínodo de la Amazonía. Eso es lo que nos sugiere la Laudato Si para hacer en voz alta estas denuncias.

¿Qué es lo que la Iglesia católica está haciendo para defender a los pueblos indígenas de la Guyana Francesa?

En este momento estamos tratando de entrar en la zona donde hay comunidades indígenas, porque históricamente no ha habido una presencia de la Iglesia católica ahí. Lo que queremos hacer en primer lugar, es decir a la gente que existen los indígenas en la Amazonía, que están siendo violados sus derechos, que tienen ciertas necesidades y que el gobierno francés no está siendo consciente de esta necesidad, de esta realidad.

Tuvimos un Sínodo en la Guyana Francesa hace ocho años, y específicamente invitamos a los indígenas de la Amazonía, a pesar de no ser católicos. Esa fue la primera vez en la historia de la Guyana Francesa que los habitantes de la costa pudieron saber que existían los habitantes de la Amazonía. Ahora hay católicos en trece comunidades de la Amazonía, algunos pidieron el bautismo después de haber asistido al Sínodo.

Otro desafío es que el gobierno no reconoce los derechos de los pueblos indígenas y tampoco sus luchas ancestrales. La Iglesia está tratando de asumir este papel de intentar que el gobierno escuche sus demandas. Personalmente he escrito una carta pastoral para explicar lo que está sucediendo y pedir que se preste atención a estas demandas.

¿Cuál es la acogida que esa carta pastoral ha tenido?

El gobierno no ha dado ninguna respuesta, todavía menos por parte de los medios de comunicación, pues es un tema que genera mucho conflicto con los gobernantes. Eso no significa que no haya habido un impacto, pues realmente está recogiendo las demandas de los pueblos que sufren las consecuencias de la minería. En este momento, una empresa minera no puede ejecutar su proyecto porque está impedida por los derechos de los indígenas.

Usted habla de ese inicio del trabajo pastoral con los pueblos indígenas. El Sínodo para la Amazonía nos habla de nuevos caminos para la Iglesia, ¿Cuáles pueden ser esos nuevos caminos en la Iglesia de la Guyana Francesa en la defensa de los pueblos indígenas?

Estoy tratando de que algunos sacerdotes vivan en estas comunidades, porque en este momento no hay presencia allí. Actualmente visitan las comunidades los fines de semana, pero no conviven con estos pueblos, no pueden comprender mejor la cultura, aprender la lengua, y eso es una limitación. Uno de los que fue bautizado hace nueve años, está pidiendo formarse para ser diácono. Él es uno de los líderes que existen en la región.
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