Monseñor Vital Corbellini: “¿Cuál será la Navidad de este pueblo sufridor?”
Las vísperas de la Navidad no han sido fáciles para las más de 350 familias del Campamento Hugo Chávez, situado cerca de la ciudad de Marabá, estado de Pará, en la región amazónica brasileña. A decir verdad, los últimos tiempos están siendo complicados para los pobres de Brasil, acosados por un gobierno que asumió el poder como consecuencia de un golpe de estado en toda regla, como ha sido confirmado en repetidas ocasiones en el último año y medio.
La reforma de la seguridad social y de las condiciones de jubilación es sólo la punta de un iceberg que amenaza con destruir la vida y los derechos de un pueblo que luchó durante mucho tiempo para conseguir una condiciones mínimas de vida y trabajo. Uno de los objetivos del gobierno es acabar con la reforma agraria. No olvidemos que los grandes propietarios de tierra, muy bien representados en el Congreso Nacional, son uno de los principales apoyos del Gobierno Temer, y no dudan en cobrar por su ayuda.
Frente a esta postura, la Iglesia católica y una buena parte de sus obispos han decidido mostrar que están al lado de los que no cuentan. La expulsión de las familias, a manos de pistoleros, acampadas en Marabá, donde ya estaban por más de tres años, ha provocado la reacción del obispo diocesano, Monseñor Vital Corbellini, quien no ha dudado en afirmar estar “al lado de los pobres y sufridores”, por lo que “como personas humanas y como Iglesia, personas que creen en el Dios de la Vida estamos unidos a toda esa población que está siendo expulsada ahora y no tiene donde ir”.
Como señala el prelado, “este es una más de las 20 expulsiones programadas en la Región Sur y Sudeste de Pará, todos expedidas por un juez de la Vara Agraria de Marabá”. La expulsión ha provocado situaciones dramáticas, constatadas por quienes desde las diferentes pastorales han visitado a los expulsados, y denunciado por el obispo: “gente llorando, lamentándose ante la situación de abandono, de falta de vida digna”.
Es gente que “se ha tenido que deshacer de sus casas, de la escuela donde los hijos de los sin tierra estudiaban”, niños que por otro lado, “no tendrán como terminar el año lectivo”. Ante esta situación, Monseñor Corbellini se pregunta: “¿Cuál será la Navidad de este pueblo sufridor?”, para continuar exigiendo que “es necesario que las autoridades federales y estatales se preocupen más con el pueblo sufridor de los sin tierra, de aquellos que quieren tener un trocito de tierra en este suelo para así tener su sobre vivencia, derecho digno de todos”.
La causa de ésta y otras situaciones similares está, según el obispo de Marabá, en “la vigencia del capital sobre el pueblo trabajador donde hay concentración de tierra en las manos de pocas personas”, una realidad cada vez más presente en el gigante sudamericano, donde la tierra se ha convertido en objeto de negocio, de lucro, lo que no sólo perjudica gravemente la vida de los más pobres como del Planeta Tierra, nuestra Casa Común.
Por eso, Monseñor Corbellini, exige “una reforma agraria para que todos tengan tierra y vida digna, es lo que el Señor Dios nos solicita”, pues como ya señalaban los Padres de la Iglesia, “la tierra fue creada por Dios para todos y no sólo para algunos, y no somos dueños de la tierra, apenas administradores”.
Un nuevo episodio, que desgraciadamente no será el último, que nos lleva a percibir que los pobres siempre molestan, todavía más cuando no dejan a los poderosos sentirse dueños de todo aquello que desean. Es la historia de la humanidad, de un tal Jesús que, rechazado por los que más tenían, nació y vivió entre los que los dueños del poder excluían.
La reforma de la seguridad social y de las condiciones de jubilación es sólo la punta de un iceberg que amenaza con destruir la vida y los derechos de un pueblo que luchó durante mucho tiempo para conseguir una condiciones mínimas de vida y trabajo. Uno de los objetivos del gobierno es acabar con la reforma agraria. No olvidemos que los grandes propietarios de tierra, muy bien representados en el Congreso Nacional, son uno de los principales apoyos del Gobierno Temer, y no dudan en cobrar por su ayuda.
Frente a esta postura, la Iglesia católica y una buena parte de sus obispos han decidido mostrar que están al lado de los que no cuentan. La expulsión de las familias, a manos de pistoleros, acampadas en Marabá, donde ya estaban por más de tres años, ha provocado la reacción del obispo diocesano, Monseñor Vital Corbellini, quien no ha dudado en afirmar estar “al lado de los pobres y sufridores”, por lo que “como personas humanas y como Iglesia, personas que creen en el Dios de la Vida estamos unidos a toda esa población que está siendo expulsada ahora y no tiene donde ir”.
Como señala el prelado, “este es una más de las 20 expulsiones programadas en la Región Sur y Sudeste de Pará, todos expedidas por un juez de la Vara Agraria de Marabá”. La expulsión ha provocado situaciones dramáticas, constatadas por quienes desde las diferentes pastorales han visitado a los expulsados, y denunciado por el obispo: “gente llorando, lamentándose ante la situación de abandono, de falta de vida digna”.
Es gente que “se ha tenido que deshacer de sus casas, de la escuela donde los hijos de los sin tierra estudiaban”, niños que por otro lado, “no tendrán como terminar el año lectivo”. Ante esta situación, Monseñor Corbellini se pregunta: “¿Cuál será la Navidad de este pueblo sufridor?”, para continuar exigiendo que “es necesario que las autoridades federales y estatales se preocupen más con el pueblo sufridor de los sin tierra, de aquellos que quieren tener un trocito de tierra en este suelo para así tener su sobre vivencia, derecho digno de todos”.
La causa de ésta y otras situaciones similares está, según el obispo de Marabá, en “la vigencia del capital sobre el pueblo trabajador donde hay concentración de tierra en las manos de pocas personas”, una realidad cada vez más presente en el gigante sudamericano, donde la tierra se ha convertido en objeto de negocio, de lucro, lo que no sólo perjudica gravemente la vida de los más pobres como del Planeta Tierra, nuestra Casa Común.
Por eso, Monseñor Corbellini, exige “una reforma agraria para que todos tengan tierra y vida digna, es lo que el Señor Dios nos solicita”, pues como ya señalaban los Padres de la Iglesia, “la tierra fue creada por Dios para todos y no sólo para algunos, y no somos dueños de la tierra, apenas administradores”.
Un nuevo episodio, que desgraciadamente no será el último, que nos lleva a percibir que los pobres siempre molestan, todavía más cuando no dejan a los poderosos sentirse dueños de todo aquello que desean. Es la historia de la humanidad, de un tal Jesús que, rechazado por los que más tenían, nació y vivió entre los que los dueños del poder excluían.