Se cumple la primera semana de asamblea del Sínodo para la Amazonía Una semana hablando sin miedo, en comunión, con valentía y sin tabús

Francisco camina con su pueblo - Foto Guilherme Cavali
Francisco camina con su pueblo - Foto Guilherme Cavali

Lo primero que se puede destacar en estos primeros días es un sentir de profunda unidad

La periferia ha llegado al centro, y eso ha provocado cierto encontronazo

El Papa, siempre más próximo de la periferia, ha mostrado en estos días una absoluta presencia de conexión, de escucha activa

"Lo que está detrás es una tensión entre disciplina doctrinal y el sensus fidei incredendo del Pueblo de Dios”

“No es el depósito de la fe lo que prima, sino el origen del espíritu de Dios que produce la fe”

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El sínodo es caminar juntos, también con aquellos que piensan diferente, pero que tienen una misma fe. Al final de la primera semana, el domingo es día de descanso, pero también de reflexión que ayude a avanzar en el discernimiento que ayude a encontrar los nuevos caminos que el Papa Francisco propone, un deseo que es respaldado por la Iglesia que peregrina en la Amazonía.

Podemos decir, como reconocen diferentes voces, que lo primero que se puede destacar en estos primeros días es un sentir de profunda unidad, constatada por padres sinodales, auditores y peritos, una unidad que va conduciendo hacia una experiencia de comunión, que nos lleva a afirmar que, después de una semana, el Sínodo para la Amazonía está en el camino correcto. La gran mayoría destaca el ambiente de libertad que se respira dentro del aula sinodal, que lleva a hacer realidad el deseo del Papa en el discurso inaugural, que se hable con libertad y parresia, a lo que añadía que se hablase desde la experiencia, desde la verdad y con valentía, lo que nadie puede negar que esté sucediendo.

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Una cosa que ha sorprendido gratamente a muchos y que ha provocado las iras de los de siempre, los de la contra a Francisco, haga o diga lo que sea, es que se están tocando los temas que antes del Sínodo se presentaban como complejos, para algunos como tabú, con absoluta tranquilidad. Se está hablando de ministerialidad, específicamente lo que hace referencia a hombres casados y mujeres. De hecho, entre los que forman parte de la sala sinodal, algunas informaciones señalan que hay como una genuina apertura para explorar estos procesos.

Un aspecto importante es que la periferia ha llegado al centro, y eso ha provocado cierto encontronazo. El centro no está acostumbrado a esas realidades periféricas, a lo que se vive en este proceso sinodal, en esta experiencia periférica, que es abrumadora, demostrado por el gran número de testimonios. Una de las lecturas que se puede hacer es que algunos de los que se instalan en el centro, se puedan sentir un poco inseguros sobre los ritmos en los que esto podría ir.

Frente a estos habitantes del centro, se sitúa el Papa, siempre más próximo de la periferia, que podemos decir que ha mostrado en estos días una absoluta presencia de conexión, de escucha activa, manifestada incluso en algunos momentos de aplauso, muy presentes ante determinadas intervenciones, sobre todo aquellas que nacen de la vida concreta amazónica y no de un discurso teórico confeccionado desde la lejanía.

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Uno de los que ha intervenido en el aula sinodal es Mauricio López, secretario ejecutivo de la Red Eclesial Pan Amazónica – REPAM, que resumía sus palabras afirmando que “en el proceso, lo que está detrás, que no se dice, y que está subyaciendo en toda la dinámica sinodal, es una tensión entre disciplina doctrinal y el sensus fidei incredendo del Pueblo de Dios”.

En ese sentido, alguien que conoce perfectamente todo el proceso sinodal, reconoce que “lo que está en juego es cómo la periferia, en su discernimiento, de alguna manera, ayuda a que esa misma estructura se pueda ir transformando y se haga de una manera responsable y respetuosa, pero donde la primacía la lleve el sentir del Pueblo de Dios”.   

Para el auditor sinodal, “esto lo absolutamente inédito en este Sínodo”, que tiene su causa “en la escucha sinodal que se dio”, una opinión con la que coinciden muchos de los que forman parte de la asamblea sinodal, que afirman que se ve que muchos de los participantes tienen un gran conocimiento de lo que está siendo tratado. Podemos afirmar que el Sínodo para la Amazonía ha sido un proceso que ha sido muy trabajado por mucha gente durante muchas horas, lo que genera cierta esperanza en el que se puede alcanzar el objetivo y hacer realidad nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral.

En este Sínodo para la Amazonía “no es el depósito de la fe lo que prima, sino el origen del espíritu de Dios que produce la fe”, según Mauricio López, para quien “si el depósito no es el adecuado, la estructura, necesitamos buscar nuevas”. Él se refiere a la cita evangélica, afirmando que “el vino viejo en odres viejos es muy propicio, nos da el mejor vino, pero el vino nuevo necesita odres nuevos”.  

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