Alegría sencilla
Siempre pienso que no deberíamos dejar de sorprendernos, es decir, no perder la capacidad de sorpresa para con los acontecimientos pequeños o grandes que suceden a nuestro alrededor. Al igual que los niños, con la inocencia que les caracteriza, el adulto tendría que mantener siempre su frescura y sinceridad por los poros de su piel. Las cosas sencillas son las que hacen grande a un ser humano.
Conozco una familia que, verdaderamente, lo está pasando mal… pero a pesar de todos los problemas que viven, de las incomprensiones, incluso de sus conocidos, no dejan de lado ni abandonan la esperanza y la alegría. Aún “maltratados por la vida” siempre dejan dibujar en sus labios una gran sonrisa.
Me llama la atención porque, a veces, perdemos la alegría por cualquier cosa y no somos capaces de mantenerla cuando realmente tendría que estar, ya que no tenemos ningún motivo para desterrarla de nuestras vidas, es más, hemos de dar siempre gracias a Dios por todo lo que hemos recibido, lo que tenemos y por lo que somos. En ocasiones me pregunto ¿qué buscamos? ¿no es más lo que ya tenemos a lo que querríamos? No vivamos rápido… analicemos y pensemos, vayamos siempre al fondo de las cosas y seguro que las vemos distintas. Igual que esta familia de la que he comentado, no perdamos la alegría sencilla y dejémonos sorprender por todo lo que nos rodea. Texto: Hna. Conchi García.