La Ascensión

La Ascensión
La Ascensión del Señor cambió la perspectiva de los apóstoles al ver que subía al cielo, nos narra el evangelio de Lucas (24,50-53), y también de diversas maneras los otros evangelios, que los discípulos volvieron a Jerusalén llenos de alegría. Así pues, ver subir al cielo a su Maestro y Señor no les causó tristeza sino todo lo contrario.

Desde la resurrección de Jesús, la actitud timorata de estos hombres al ver a Jesús preso y crucificado cambió completamente. Ahora los vemos alegres ir al templo alabando el Señor. Ya no permanecen con puertas cerradas, tristes y llenos de dudas. Sí que se reúnen en el cenáculo, pero ahora para orar y esperar el Espíritu Santo prometido en compañía de las mujeres y María, la madre de Jesús. Éste Espíritu les dará fuerzas para ir hasta los confines de la tierra para anunciar la Buena Nueva (Hch 1,11). Es el Espíritu que todos los católicos hemos recibido en el bautismo y de una forma más plena en la confirmación.

Nosotros como los Apóstoles tenemos el encargo de anunciar a Jesús resucitado de una forma explícita o implícita de tal manera que los que nos vean vivir puedan decir: “Mirad como se aman”. Y es que el testimonio de lo vivido día a día vale muchísimo frente a los que no creen. Nuestra misión es orar para que todos crean, luego predicar pero lo mejor es dar testimonio. Texto: Hna. María Nuria Gaza.
Volver arriba