No está aquí

La muerte no puede retener a Jesús. No está ahí donde los discípulos pensaban encontrarlo. Esto manifiesta que él es el hijo de Dios, Dios como su Padre. Es absolutamente libre, es el viviente. La tumba vacía te dice en primer lugar que la vida no se encuentra entre la muerte. Jesús no se encuentra entre el silencio de la tumba sino en una vida completamente nueva. Quizás entre el estrépito de la ciudad, en tu trabajo cotidiano, en tu casa, en el trabajo humilde de los quehaceres del hogar, en una conversación amical de una comida. La vida de Dios no se encuentra tampoco en las cosas que has adquirido, en los caminos ya trillados de tu existencia a los cuales te complaces con satisfacción o con tristeza; está más lejos por delante de ti, en los caminos que todavía no has recorrido.
Cristo ha resucitado no para que te quedes en adoración ante una tumba vacía, él te arrastra a su seguimiento de la muerte a la vida para que tú salgas también de tu sepulcro, de tus inmovilismos, de tus tristezas, de tus sentimientos de culpa y te pongas en marcha para ir siempre más lejos. Jesús salió victorioso del sepulcro para reconfortar la fe de los suyos y para ir al Padre donde él ha ido a prepararnos un sitio. Texto: Hna. María Nuria Gaza.