De Bagdad a Manila
Este arzobispo con su saber hacer, su cercanía y su dinamismo se ganó la simpatía de muchos. Como buen pastor se preocupó por el pueblo al cual fue enviado. Lo amó y se entregó haciendo cuanto estaba de su parte para ayudar y solucionar toda suerte de problemas que surgen cuando un país se encuentra en guerra. Quiso permanecer en Irak corriendo la suerte del pueblo iraquí.
Fue gracias a él, durante la guerra con Estados Unidos y mientras no se restablecieron las líneas telefónicas con el exterior, que nuestra congregación pudo permanecer en comunicación con nuestras hermanas iraquíes. Gracias a su disponibilidad pudimos hacer las conexiones para poder enviar medicamentos, material sanitario para el hospital San Rafael de Bagdad, un congelador y otros enseres para una residencia de estudiantes en Mosul, ofrecidos por Cooperación Internacional de Cáritas Barcelona en relación con Cáritas Española y la Cuarta Región Pirenaica que se brindó para transportarlos.
Con su partida nuestras hermanas de Irak pierden un gran amigo y colaborador. Fue él que las animó para que abrieran un orfanato que a sugerencia de el propio nuncio se llama "Casa de Familia" en ésta se acogen de momento 10 niñas huérfanas cristianas. Tiene capacidad para 20 pero la falta de recursos no permite por el momento admitir más. Esta obra lo recordará como su promotor.
Como anticipo de su despedida, pusieron un coche bomba delante de la Nunciatura. No hubo desgracias personales pero sí muchos desperfectos. Ahora le han encomendado la nunciatura de Manila, otra misión delicada. Filipinas tiene el gozo de recibir un gran nuncio e Irak la pena de verlo partir. Nosotras ahora sólo podemos pedir al Señor que le conceda sabiduría para acertar en la nueva misión que el Santo Padre le ha confiado. Texto: Hna. María Nuria Gaza.