Buenos días es un término muy simple pero ¿por qué no vamos un poco más allá?. Llega la mañana, me levanto, y normalmente una de las primeras frases que intercambio es esa.
"Buenos días".
Cuando lo digo puede ser que haya pasado una noche fatal, me duela la cabeza, tenga lumbago, o al vestirme repasaba lo que tenía que hacer, ¡qué agenda tan cargada!,
¿llegaré a todo?.
Aunque sea por rutina, tanto en casa como fuera de ella me voy encontrando con la familia, los amigos, compañeros o alguien a quien veo por primera vez y repito: "Buenos días".
Eso sería tan bonito desear a los demás, lo que yo también deseo para mi; que aproveche el tiempo, que pueda llegar a todo, que me salgan bien las cosas, sin descartar contratiempos, una mala noticia o tal vez una enfermedad.
Además con todo lo vivido, con todo lo bueno o menos bueno que voy a hacer a lo largo del día siempre
me encontraré con un DIOS muy BUENO que quiere todo lo mejor para mi y para todos, y a Él también le digo: "Buenos días".
Texto: Sor María Josefa Cases.