Errante voy, soy peregrino

Peregrino
"Errante voy, soy peregrino": este canto espiritual negro, que se canta con frecuencia en los funerales, con traducción poco afortunada en castellano, porque más que errante, es viejo peregrino, que camina como extranjero en este mundo pero que está seguro que Dios lo acogerá en la otra vida.

Este canto me lleva a pensar en las primeras semanas de Adviento en la que la liturgia nos recuerda los últimos tiempos. El del juicio final y al que nos presentaremos cada uno al fin de nuestros días.

Sí, somos peregrinos que caminamos pero no sin rumbo sino con la esperanza puesta en él que viene y ha de venir. Nuestro camino más tarde o más pronto va a llegar a su término. Pero, ¿qué vamos a perder con la muerte? Ya que como dice San Pablo “vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, él os mantendrá firmes hasta el final para que no tengan de que acusaros en el tribunal de Jesucristo Señor Nuestro. Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo. ¡Y él es fiel! (1 Co. 1,9).

Él guarda nuestra fe, si nosotros somos fieles. Así pues, recorramos nuestro camino con los ojos fijos en él. Adviento, el Señor que vino tomando nuestra carne, el Señor viene en cada momento en nuestro acontecer diario y especialmente en la celebración de la Eucaristía, el Señor vendrá al fin de los tiempos con gloria y majestad, como narra San Mateo en el capítulo 25, y “separará unos de otros como el pastor separa las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Y dirá el Rey a los de su derecha: Venid vosotros, los que mi Padre ha bendecido: recibid el reino que se os ha preparado desde la creación del mundo. Y a los de su izquierda: Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles”.

Adviento nos pide ser vigilantes, porque no sabemos ni el día ni la hora en que Dios nos va a llamar. No podemos esperar medio dormidos sino alerta, porque seguro que vendrá. Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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