Escuchar y amar
“Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios es el único Señor: amarás al Señor tu Dios con todo el corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”.
El Señor le pedía a su pueblo que ante todo escuchara. Y es que si no escuchamos a Dios desde el sagrario de nuestra intimidad, desde el silencio interior de nuestro ser no avanzamos en nuestra vida cristiana. Escuchar no es fácil. Dentro de nosotros mismos hay muchos ruidos que nos impiden escuchar la voz de Dios. Muchas veces lo que hacemos es escucharnos o dialogamos con nosotros mismos. Y para amar primero hay que conocer y para conocer hay que escuchar.
El texto del evangelista avanza y Jesús añade a este primer mandamiento de amar a Dios otro: El de amar al prójimo: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Este segundo mandamiento puesto al mismo nivel que el amor a Dios, era para los judíos novedoso. El Maestro los une diciendo: “No hay mandamiento mayor que éstos”. No dice mandamientos. Así quedan unidos para siempre amor a Dios, amor al hombre que es su imagen. “¿Cómo puedes decir que amas a Dios que no ves, si no amas a tu hermano que ves?”. Texto: Hna. María Nuria Gaza.