Helados
Hay mucha gente que siempre pide el mismo, no tiene necesidad de probar sabores nuevos, con el que tiene le basta. Otras personas son unas indecisas y van probando sabores hasta que verdaderamente encuentran el que les gusta.
Esto mismo pasa con la vida, mucha gente tiene las ideas claras y sabe qué es lo que quiere, lucha contra viento y marea, para conseguirlo; otras, no lo saben y van probando hasta que encuentran lo que quieren y cuando lo encuentran ya no tienen que buscar más.
Yo durante mucho tiempo he estado buscando ese helado, que me gustase de veras, hubo un momento que dudé entre dos helados, aparentemente eran iguales, no apreciaba ninguna diferencia, pero al final me decanté por uno, esto fue gracias a personas siempre dispuestas a ayudarme. Gracias a Dios nunca nadie me ha dado la espalda.
Desde mi punto de vista, soy una persona afortunada, un día Dios me llamó, pero tal era su insistencia, que me abrió todas las puertas, dándome facilidades.
Ahora tengo el deber de ayudar a los demás a encontrar ese helado como me han ayudado a mi. Y si el helado que escogen no me gusta o no estoy de acuerdo, debo apoyarlos, como a mí me han apoyado, ¿quién soy yo para juzgar a los demás?
Además como dice el Evangelio: "quien esté libre de pecado que tire la primera piedra". Yo no lo estoy, ¿y tú? Texto: Sara Gracia, aspirante.