Hermana Albertina

Cielo
Hermana Albertina es una religiosa Dominica de la Presentación colombiana. Es enfermera. Mujer intrépida que ama mucho al Señor y a las gentes de los pueblos que están más alejados, de difícil acceso, en los que hay que ingeniarse para poder aliviar sus dolencias. Actualmente es casi centenaria pero todavía guarda el vigor de la juventud.

Después de pocos años de profesión la mandaron a Támara para hacerse cargo del dispensario que la Congregación tenía en esta población andina. En aquella época el único medio de transporte era a lomo de yegua. Oír explicar sus hazañas de juventud es admirable. Allí por falta de médico se tuvo que enfrentar a una pierna de un hombre, padre de siete hijos, que la tenía en una parte con gangrena. Sin médico, ¿qué podía hacer ante tal situación? Se encomendó al Señor y a la Virgen María, y dijo al buen hombre, que era el zapatero del pueblo: “Mañana por la mañana venga sin desayunar y con una botella de agua ardiente”.

Al día siguiente le hizo tomar más de un trago de agua ardiente y cuando lo tuvo tumbado por sus efectos empezó la operación. Le fue descarnando la parte infectada hasta el nivel de la rodilla, los huesos al llegar a este nivel cayeron al suelo. Ella comenta la impresión que tuvo al oír el estruendo de los huesos al caer. Luego empezó a suturar y con toda la asepsia posible en su medio y los medicamentos a su alcance la operación terminó. Quedó extenuada pero con fuerzas suficientes para dar gracias a Dios por lo realizado. Aquel pobre hombre con la mitad de su pierna se recuperó y pudo continuar con su oficio para sustentar su familia.

Cuando estuve en Támara la situación sanitaria había cambiado ya iba un médico e incluso un dentista. Íbamos por la calle con la hermana y nos encontramos con una señora que tenía la cara hinchada, ella le preguntó: Pero, ¿mi hijita que le ocurrió? “Hermanita me sacaron una muela y fíjese. Seguro que si me hubiera sacado usted no estaría así”. A raíz del caso me contó que había suplicado a un dentista que le enseñara a extraer muelas, de este modo podía aliviar a la gente que no tenía medios para desplazarse a la ciudad.

¡Qué gran mujer! Ama a Dios y al prójimo. Tiene el cielo asegurado. Como muchos misioneros.
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