Está a la orden del día el derecho al matrimonio entre homosexuales. No voy a discutir el imponer leyes eclesiásticas a los no creyentes. Los gays y lesbianas son libres de ejercer sus derechos y a vivir como desean vivir.
Esta realidad ha existido desde siempre, ya Génesis 19 relata en la destrucción de Sodoma lo que ocurrió en casa de Lot. Y Jesús en los Evangelios dice:
“Hay eunucos que nacieron así del seno del seno materno, y hay eunucos hechos por los hombres, y hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los cielos” (Mt 19, 12).No se trata de defender un modelo único e inmutable de familia, como dice Antoine d’Abbundo, redactor jefe del semanario francés Pélerin, pero esto no impide una cierta exigencia de verdad. ¿Qué es el matrimonio? ¿Qué es una madre? ¿Qué es un padre? ¿Dónde está el bien del niño?
Y en este apartado la Iglesia católica y otras confesiones monoteístas y con ellas juristas, psicólogos, asociaciones piden una reflexión profunda. Porque una cosa es dar a las parejas homosexuales un status jurídico a permitir la adopción entre parejas del mismo sexo. La dificultad la veo no por ellos sino por el hijo que quieren adoptar.
Lo natural es tener un padre y una madre y el niño se ha de encontrar psicológicamente mejor entre una pareja heterosexual. Es lo normal, lo otro son casos excepcionales.
Texto: Hna. María Nuria Gaza.