Pon luz en tu corazón

Belén
Por estas fechas todo se engalana: Calles, comercios, casas,… ¿Y nuestro corazón? Es importante adornar los pueblos y ciudades para romper la monotonía del día a día y porque muchos sólo tendrán el gusto de ver los adornos navideños que hay por doquier; su presupuesto no les da más que para admirar los arreglos navideños. Pueden admirar pero no comprar al lado de otros que se devanan los sesos para comprar a fulano o a zutano algo que no tenga.

Pasemos a responder la pregunta que nos hacíamos al principio: ¿Engalanamos nuestro corazón? Porque si es importante expresar exteriormente la alegría de Navidad engalanando pueblos y ciudades lo es mucho más engalanar nuestro corazón y poner orden a nuestros sentimientos, barrer rencillas y enemistades y tener abiertas las puertas de nuestro corazón para que entre la luz que nos viene de lo alto y que cambiará nuestro corazón, nuestro ceño fruncido en un rostro luminoso. Entonces nuestro interior estará en consonancia con las luces exteriores.

Y no olvidemos que el Hijo de Dios se encarnó en una humilde jovencita de un pueblo perdido en la Galilea y que quiso nacer en Belén en un portal sin puertas, para que pudieran entrar todos los que quisieran sin tener que llamar a la puerta. Y, ¿quiénes fueron los primeros en llegar a visitarlo? Unos humildes pastores. Un sinfín de detalles que nos narran los Evangelios, nos hablan de sencillez. Nuestros regalos de Navidad tendrían que estar de acuerdo con este ambiente del portal de Belén. De este modo, al igual que los pastores, nuestro corazón estaría lleno de alegría. Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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