Sálvame, Dios mío

Barcelona
El salmo 68 de la oración de maitines me ha llevado a pensar en la situación sufrida por los atentados terroristas en Catalunya.“El agua me cubre, me estoy ahogando”. Ante un peligro eminente el hombre o la sociedad aclaman al Señor el único que puede sacarnos del atolladero.

Dos atentados terroristas con pocas horas de diferencia y a sólo 100 kilómetros de distancia. ¡Vaya problema para los agentes de seguridad! He pedido al Espíritu Santo les ilumine para ver que tienen que hacer para restablecer la seguridad y la paz.

Muertos y heridos inocentes. Muchos vinieron de vacaciones bien merecidas y encontraron el infortunio. Unos versos más adelante el salmista exclama: “Sácame del fango que no me hunda”. Sí, Señor, sácanos de este trance tan duro y tan doloroso.

Continua: “Señor, tu amor derrama bondad”. Señor derrama bondad sobre estas dos ciudades trastornadas por gentes sin escrúpulos que quieren imponer su forma de pensar y vivir y que su método es hacer daño y matar a cuantos más mejor.

“El Señor escucha a los desvalidos”, dice el autor del salmo. Que escuche el dolor de los heridos, de los familiares de los muertos; que derrame sobre ellos el bálsamo de su misericordia, les conceda el consuelo y devuelva la serenidad a estos ciudadanos convulsionados por los acontecimientos y conceda al mundo la paz. Texto: María Nuria Gaza.
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