¡Señor cura mi ceguera!

Perdón
“Fue traspasado a causa de nuestra rebeldía, el castigo que sufrió nos trajo la paz, sus heridas nos han sanado” (Is 53,5).

Fácilmente sabemos excusarnos de nuestros errores. Y juzgamos a los demás con severidad, no usamos la misma medida con nosotros mismos que con los otros. Frecuentemente al juzgar nuestros actos nos decimos: No era mi intención ofenderle, era sólo una pequeña advertencia, no había para tomarlo tan a la tremenda. Y al mirar las acciones ofensivas ajenas nos decimos: Qué injusticia, es inaceptable, vaya frescura, y tantos etcéteras como queramos ponerle.

Jesús en la cruz fue triturado a causa de nuestras culpas, trajo sobre el madero de la cruz todos nuestros pecados, nuestros errores sin acusarnos. No es que tengamos que estar recriminándonos continuamente, sino que más bien, viendo el gran amor que nos tiene y de su perdón infinito, mi actitud cambia.

Mirando las heridas de Jesús crucificado, que son las que nosotros hemos infligido a los demás, no encontraremos pretextos para excusarnos de las ofensas hechas a los otros, ni tampoco tendremos valor de juzgar con severidad las ofensas recibidas. Mirar a Jesús con los brazos extendidos en la cruz la verdad se hace nítida, luminosa y así con su luz podré pedir humildemente perdón al hermano ofendido.¡Señor cura mi ceguera! Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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