Señor, haznos buenos

Bondad
El Señor es bueno para los hombres de corazón sincero, canta el salmo 124.

Fray Pascal Marin comenta: “El poder, saber gloria, prestigio, dinero; son ídolos que seducen y reducen a esclavitud. Exigen la sangre de sacrificios humanos y no cumplen jamás las promesas que han hecho a sus fieles seguidores”.

El autor de este salmo tiene horror a los ídolos:“No pesará el cetro de los malvados sobre el lote de los justos; no sea que los justos extiendan su mano a la maldad” (v 3). Y es que la tentación de seguir el mal camino nos acecha constantemente. En Israel, pueblo sometido a poderes extranjeros, el peligro era muy fuerte, pues con frecuencia se veían, por ejemplo, a los cobradores de impuestos enriquecidos a causa de oprimir al pueblo y éste podía verse inclinado a hacer otro tanto.

La aspiración del salmista es: “Señor, concede bienes a los buenos, a los sinceros de corazón; y a los que se desvían por sendas tortuosas que los rechace el Señor con los malhechores” (v 4-5). Ahí aparece la justicia remuneradora de la cual estaba muy imbuida la teología judía. Su salvación estaba condicionada a arrepentirse de sus malas acciones.

Podríamos terminar la lectura reflexiva de este salmo con la siguiente oración: No dejes, Padre, que nos desviemos por sendas tortuosas; haznos buenos y sinceros de corazón para que habitemos en la tierra en que Tú te manifiestas, para que quedemos injertados en Cristo Jesús, que vive y reina por los siglos.
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