El Señor ha hecho en mí grandes cosas

Maria
Cuando María de Nazaret tuvo conocimiento de que su prima Isabel iba a ser madre fue aprisa a visitarla. Al encontrarse con su prima Isabel, luego de saludarse la anciana futura madre y la joven futura madre, ésta recibe el elogio de ser feliz por haber creído en las cosas que el Señor le ha hecho saber. María exclama que el Señor ha hecho en ella grandes cosas. Y, ¿qué mayor grandeza que ser la madre del Mesías prometido? Con la sencillez de los niños no niega la gracia de lo que ha de realizarse en ella, pero no se atribuye los honores a sus méritos sino por puro don del Todopoderoso. Y desgrana una serie de sentencias en el cántico que la Iglesia tiene en tanta estima: El Magníficat. Este canto que el cardenal Eduardo Pirineo presentaba como un canto tremendamente revolucionario, y no es para menos: Desbaratar los planes de los arrogantes, derribar del trono a los poderosos y ensalzar a los humildes, llenar de bienes a los hambrientos y despedir a los ricos con las manos vacías (Cfr. Lu 1, 46-55).

María, una joven judía, en una sociedad donde la mujer no contaba para nada, canta con sencillez las grandezas que Dios ha hecho en ella, de cómo el Señor ama a los pobres y sencillos y deja a los potentados en mala posición. Para poder expresar los sentimientos que encierra este canto, María, tenía que estar muy penetrada de la Palabra de Dios. Y de hecho vemos en diversos momentos de su vida que ella guarda en su corazón los acontecimientos de la vida de su Hijo. Toda la vida de la Virgen María fue un constante repasar en su corazón lo que la vida le deparaba.

En la Madre de Jesús tenemos un espléndido modelo de cómo tenemos que afrontar lo cotidiano, y en todo momento como ella, dar gracias a Dios por lo que nos ofrece cada día.Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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