Súplica ardiente contra el enemigo (Salmo 139)

Pasos
He aquí otro salmo de un pobre perseguido por su enemigo. El único refugio que le queda al perseguido es Yahvé. Por ello exclama: “Líbrame, Señor, del malvado, guárdame del hombre violento, que planea maldades en su corazón, y todo el día provoca contiendas; afila su lengua como serpientes, con veneno de víboras en los labios” (v 2-4). La comparación de la maldad es bien gráfica y bastante común en los salmos ya que los inocentes son generalmente gente insignificante que no tienen quien los defienda ante los perversos.

El salmista continua con su súplica: “Defiéndeme, Señor, de la mano perversa, guárdeme de los hombres violentos, que preparan zancadillas a mis pasos. Los soberbios me esconden trampas, los perversos me tienden una red y por el camino me colocan lazos” (v 5-6). En el pasado como ahora, los hombres sin conciencia explotan a los pobres que no tienen defensor.

Pero el autor del salmo no quiere la venganza, sólo que Dios le libre del peligro:“Pero yo digo al Señor: Tú eres mi Dios, Señor atiende a mis gritos de socorro; Señor Dios, mi fuerte salvador, que cubres mi cabeza el día de la batalla. Señor, no le concedas sus deseos al malvado, no des éxito a sus proyectos, que los cubra la perfidia de sus labios” (v 9).

Lo admirable de este salmo es la gran confianza que el perseguido pone en Dios: “Yo sé que el Señor hace justicia al afligido y defiende el derecho del pobre”. He ahí una oración para elevar a nuestro Padre del cielo: Que a los oprimidos, a los que no tienen voz se les haga justicia. El gran modelo del inocente perseguido es Jesús.Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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