Un agricultor generoso y exagerado

Sembrar
En la parábola del sembrador (Cfr. Mr 4,120) Dios aparece como un agricultor generoso, casi despilfarrador, no calcula el grano que hecha en tierra ya que unos granos los tira al borde del camino, otros entre piedras, otros entre zarzas y otros por fin en tierra buena. ¿Es posible encontrar un agricultor que no procure calcular donde echar su semilla? El Señor no es tacaño, ni calculador, quiere que todos los dispuestos a acoger su mensaje y los que no tienen gran interés por su Palabra, tengan las mismas posibilidades.

Por otro lado Dios Padre, concede a los que acogen su palabra el producir una cantidad de granos inverosímil. ¿Un grano de trigo puede producir cien? Imposible. Los oyentes de Jesús debían quedar admirados al oír al Maestro ante una tal exageración. Un grano de trigo, por más buena que sea su calidad, jamás puede reproducirse al ciento por uno. Los agricultores que le oían lo sabían muy bien. ¿Qué quería hacer comprender Jesús?

Que la Palabra recibida con corazón dispuesto transforma y es capaz de hacer crecer espiritualmente de forma inimaginable al discípulo y hacerlo un evangelizador que no ahorra esfuerzo para proclamar la Buena Nueva. Es lo que leemos en el capítulo diez del Apocalipsis: “La voz que yo había oído, y que salía del cielo, volvió a hablarme diciendo: ´Ve toma el rollo abierto que tiene en la mano el ángel que está en pie sobre el mar y la tierra´. Fui al ángel y le pedí que me diera el pequeño rollo, y me contestó: `Toma y cómelo. En tu boca será dulce como la miel, pero en tu estómago se volverá amargo´. Tomé el pequeño rollo y me lo comí; en mi boca era dulce como la miel, pero cuando lo hube comido se volvió amargo en mi estómago. Entonces me dijeron: `Tienes que anunciar otra vez el mensaje profético acerca de muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes” (8-10). Efectivamente el anuncio del Reino es apasionante pero al mismo tiempo muy duro.Texto: Hna. Maria Núria Gaza.
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