La auténtica comunidad cristiana

Comunidades
Fr. Timothy o.p., que fue general de los padres dominicos, decía hace unos años, en una conferencia que dio en Madrid, que le encantaba la imagen de amasar el pan: Se estira la masa todo lo posible y después se recoge hacia el centro. Los bordes de la masa vuelven a recogerse y una y otra vez se doblan hacia el centro y se vuelven a estirar. De esto modo se prepara la masa para el pan y de este modo se constituye la comunidad. Llevar hacia el centro los que se encuentran en la periferia. Esto es lo que nos repite constantemente nuestro Papa Francisco.

Los que no eran nada, los que están alejados en los límites más extremos, hay que atraerlos hacia el centro, esta es la auténtica comunidad cristiana: atender a los marginados, los rechazados por todos hacer que sean el centro de nuestro interés. ¿No es esto lo que recomienda Santiago en su carta?: “Supongamos que estáis reunidos, y llega un rico con anillos de oro y ropa lujosa, le atendéis bien y le decís: Siéntate aquí en el lugar de honor. Al mismo tiempo llega un pobre vestido de andrajos y le decís: Tú quédate allá, de pie o siéntate en el suelo. Entonces estáis haciendo diferencias entre vosotros mismos y juzgando con mala intención (San 2,2-4).

Pienso, ahora, en nuestra tan cacareada Comunidad Europea, que no hace más que rechazar a los que huyen del hambre y de la guerra. ¿Cómo trata a toda esta muchedumbre? En campos de refugiados. ¿Estos son los valores cristianos que construyeron Europa? Y si vamos a lo que ocurre a nuestro lado. ¿Cómo tratamos a los sencillos, a los que no son nada? ¿Somos cristianos de nombre y de hechos o sólo de nombre?Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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