La auténtica comunidad cristiana
Los que no eran nada, los que están alejados en los límites más extremos, hay que atraerlos hacia el centro, esta es la auténtica comunidad cristiana: atender a los marginados, los rechazados por todos hacer que sean el centro de nuestro interés. ¿No es esto lo que recomienda Santiago en su carta?: “Supongamos que estáis reunidos, y llega un rico con anillos de oro y ropa lujosa, le atendéis bien y le decís: Siéntate aquí en el lugar de honor. Al mismo tiempo llega un pobre vestido de andrajos y le decís: Tú quédate allá, de pie o siéntate en el suelo. Entonces estáis haciendo diferencias entre vosotros mismos y juzgando con mala intención (San 2,2-4).
Pienso, ahora, en nuestra tan cacareada Comunidad Europea, que no hace más que rechazar a los que huyen del hambre y de la guerra. ¿Cómo trata a toda esta muchedumbre? En campos de refugiados. ¿Estos son los valores cristianos que construyeron Europa? Y si vamos a lo que ocurre a nuestro lado. ¿Cómo tratamos a los sencillos, a los que no son nada? ¿Somos cristianos de nombre y de hechos o sólo de nombre?Texto: Hna. María Nuria Gaza.