Que nuestros caminos se acerquen a lo Suyos

Caminos
No todo cuanto nos ocurre o sucede a nuestro alrededor, ocurre según nuestros deseos o nuestros planes. No es fácil comprender el por qué de todo aquello que hoy nos sucede, de cuanto hoy llena nuestra horas de gozo o de pena, de ilusión, esperanza o de miedo y desconsuelo.

A la hora de intentar planificar nuestra vida, no solemos contar con las dificultades que sin duda nos surgirán, con los problemas o las enfermedades graves que se nos pueden presentar y sin embargo estos acontecimientos que suceden de forma incomprensible e inesperada, modifican nuestro hoy y nuestro mañana.En tiempos de prueba no puede fallarnos la fe, ni puede decaer nuestra esperanza cuando nos toca pasar por “caminos oscuros”, porque más allá de aquello que hoy entendemos está el Amor de Dios que nos salva de todo mal, más allá de la penumbra volveremos ha encontrar la luz.

El profeta Isaías en el capítulo 55, dice que los caminos de Dios y los de los hombres no suelen coincidir, se separan, son distantes tanto como el cielo está lejos de la tierra, porque no sabemos ver ni más allá de nuestro hoy, más lejos de nuestro interés limitado sin llegar a comprender que Dios tiene sobre todo la visión de amor que nos conviene y Él nos llevará a vivir de este amor.

El mismo profeta nos recuerda que el Señor es quien manda la lluvia para hacer geminar nuestra tierra árida, para transformar aquello que es árido, para vivificar cuanto parece muerto. Nuestra oración debería ser pedir con insistencia a Dios que nuestros caminos se acerquen a lo suyos, y que nuestra tierra goce siempre su lluvia sanadora. Texto: Hna. Carmen Solé.
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