Te contemplaré hasta saciarme
El salmista tiene plena confianza en Yahvé:“Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío, inclina el oído y escucha mis palabras” (v 6).
Pasa luego a implorar al Señor su misericordia: “Muestra las maravillas de tu misericordia, tú que salvas de los adversarios a quien se refugia a tu derecha” (v 7). Su confianza en la ayuda del Todopoderoso es tan grande que se siente seguro bajo su amparo: “Guárdame como a las niñas de tus ojos, a la sombra de tus alas escóndeme de los malvados que me asaltan, del enemigo mortal que me cerca” (v 8-9). Este amparo bajo las alas puede que se refiera a las alas de los dos ángeles que cubrían el arca de la alianza, o quizás también en la experiencia de ver como la clueca protege a sus polluelos cuando se avecina un peligro. Es una imagen campestre que siempre me ha conmovido. Ciertas veces los animales dan lecciones a los humanos, ¿cómo es posible que una madre abandone al hijo de sus entrañas?
Termina el salmo con una hermosa expresión:“Pero yo con mi apelación vengo a tu presencia, y al despertar me saciaré de tu semblante” (v 15). Este despertar personalmente lo refiero al pasar de esta vida a la otra donde nuestra felicidad será contemplar al rostro a Dios. Texto: Hna. María Nuria Gaza.