El cuarto de Pepino
Todo transcurría normalmente hasta que un día a medianoche llamaron el timbre, las hermanas se asustaron por aquella llamada a tal hora y más cuando al preguntar quién llama desde fuera les responden: la Gestapo. Se les quedó helada la sangre. Alguien habría descubierto que allí tenían escondido un judío y las habrían delatado. Al abrir la puerta llenas de terror aparecen dos guardias que les entregan un saco de patatas y les desean una buena noche.
Al cerrar la puerta las pobres no tenían respiración pero sí ánimo para entrar a la capilla que se encuentra muy cerca de la puerta de ingreso, para dar gracias a Dios: Fue un susto tremendo sin consecuencias. Simplemente la Providencia que hacía su camino de maneras insospechadas.Texto: Hna. María Nuria Gaza.