El cuarto de Pepino

Providencia
Cuando llegué a la casa de acogida de peregrinos que tenemos en Roma, las hermanas de la casa hablaban del "cuarto de Pepino”. El tal cuarto era una estancia situada al lado de la azotea de la casa. Y, ¿por qué lo llamaban así a aquel cuarto? La razón era sencilla. Pepino era el carpintero de la casa, un judío trabajador y honrado. En el momento de la segunda guerra mundial, los judíos que vivían en Italia corrían peligro. Las Hermanas decidieron que podía esconderse en su casa. Aquella habitación quedaba completamente aislada del resto de las estancias, tenía luz directa porque por un lado daba al lado interior de la casa, tenía agua, un baño cercano y las hermanas se ingeniaban para subirle la comida.

Todo transcurría normalmente hasta que un día a medianoche llamaron el timbre, las hermanas se asustaron por aquella llamada a tal hora y más cuando al preguntar quién llama desde fuera les responden: la Gestapo. Se les quedó helada la sangre. Alguien habría descubierto que allí tenían escondido un judío y las habrían delatado. Al abrir la puerta llenas de terror aparecen dos guardias que les entregan un saco de patatas y les desean una buena noche.

Al cerrar la puerta las pobres no tenían respiración pero sí ánimo para entrar a la capilla que se encuentra muy cerca de la puerta de ingreso, para dar gracias a Dios: Fue un susto tremendo sin consecuencias. Simplemente la Providencia que hacía su camino de maneras insospechadas.Texto: Hna. María Nuria Gaza.
Volver arriba