La generosidad de los humildes

Cuando hubo la gran catástrofe del tsunami asiático en 2004 Cáritas Barcelona abrió una oficina especial para recoger donativos para socorrer a los damnificados de este gran desastre. Se exponían muchas fotos, muchas de las cuales eran muy impactantes: poblaciones asoladas, centenares de muertos, los que escaparon de la muerte contemplaban en la nada que habían quedado sus casas, barcos empotrados en las casas. Era una visión dantesca.

Cierto que este hecho movió una gran solidaridad mundial. Muchos entraban en la oficina para depositar sus donativos. Los más fuertes pasaban en una habitación contigua para que les desgravaran, otros depositaban en las huchas sus donativos. Entre ellos entró un matrimonio muy mayor que se miraba con gran compasión las fotos. Al terminar se miraron entre ellos y él dijo: “Pobre gente estos sí que están mucho peor que nosotros. No crees que en vez de dar cinco euros hagamos el esfuerzo de dar diez”. Para estos ancianos era un gran esfuerzo: dar el doble de lo que habían pensado. Es como la viuda del Evangelio que entregó todo lo que tenía para vivir. Los otros que acudieron esta tarde a la oficina de emergencia del tsunami puede que se privaran de algo superfluo pero esta pareja de ancianos se privaron seguramente de algo mucho más básico.
Texto: Hna. María Nuria Gaza
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