Es Pascua, es fiesta, es la fiesta más grande de todo el año porque si Cristo no hubiese resucitado,
nuestra fe sería vana, nos dice San Pablo.
Los cristianos estamos convencidos de este hecho, y nos gusta expresar nuestro convencimiento y nuestro gozo centrado en la Resurrección de Cristo, el Señor. Aunque a veces en lugar de centrar la vida en este gozo,
nos perdemos en discusiones tontas y nimias que empañan nuestra alegría.
Jesús resucitado es reconocido en primer lugar por las mujeres que van al sepulcro, más tarde se aparece a otros dos, son los discípulos de Emaús y finalmente a los doce. Su gozo es tan inmenso que no pueden entretenerse en discutir cómo ha sido, y quién lo ha reconocido antes, lo único importante para ellos es
ir a comunicarlo a los demás, a la ciudad, al mundo.
Si nos quedamos pensando en como hacer, como expresar lo que hemos experimentado, nos entretenemos, y los demás se quedan sin el anuncio gozoso de nuestra experiencia.
No podemos perder tiempo, en nuestro hoy, un mundo de la comunicación y de lo inmediato debemos salir sin esperar a explicar a los demás, creyentes o no, aquello que hemos visto y como Le hemos reconocido.
Los detalles no importan,
importa la expresión de nuestra fe, la comunicación de nuestro gozo.
Texto: Hna. Carmen Solé.Foto: Antonio Juan