En la puerta de la cárcel

Cárcel
Una tarde quede con una religiosa en la puerta de la cárcel. Ella lleva años de voluntaria y quedamos en que pasaría a buscarla. Era la primera vez que la esperaba allí y la espera se me hizo un poco larga, ya que, llegue antes de lo previsto. Fue un continuo ver entrar y salir gente, la mayoría, sin duda, familiares… algunos niños. Me imaginé la alegría por el encuentro con la persona querida y que difícil sería también la despedida después… cuantas historias allí y cuántas vidas tocadas por el sufrimiento, dentro y fuera de la cárcel.

Es un mundo desconocido para mí, pero la verdad que estar en la puerta de la cárcel, me hizo pensar en las personas que eran visibles a mis ojos, que iban saliendo y algunas lo hacían llorando, y también en las invisibles, que estaban justo detrás de la puerta, a la que no podía acceder sin un permiso. Aquella espera paciente se convirtió en un tiempo de oración, cogí el rosario y recé. Estuvieron presentes en la oración los presos, sus familias, y también tantas personas voluntarias, anónimas para el mundo, que son luz para los que están en la cárcel. Cuando salió la religiosa, se la veía contenta, me atrevería a decir, que con una alegría profunda, que te da vida y esa es la que da el Señor. Cuando te das gratuitamente, siempre recibes más.

"Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme." Entonces los justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte? 'Y el Rey les dirá: 'En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis'" Mt 25, 35 40. Texto: Hna. Ana Isabel Pérez
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