A lo que sembramos, dale crecimiento
Es rezar en la confianza de que el Señor transformará en bien cuanto hoy hemos vivido, y aquello que ha sido verdadera respuesta a su plan, Dios nos lo tendrá en cuenta a la hora de dar crecimiento a la obra de nuestras manos.
Deseamos que crezca y fructifique todo aquello que quien está a nuestro lado ha captado como algo bueno, este pequeño buen deseo, este gesto de acogida, o esta buena palabra pronunciada quizás casi sin pensarla demasiado, pero que permanece como un recuerdo en el corazón de quien la ha recibido. Y a la vez deseamos que sea olvidado cuanto de malo o de pecado hemos vivido hoy. Que el Señor haga crecer lo bueno y olvide lo malo.
Posiblemente el día ha estado lleno de hechos y palabras sin mayor trascendencia, pero quizás algo de cuánto hemos hecho ha llegado por querer de Dios al corazón de aquellos que nos han acompañado en la jornada. El Señor siempre proporciona a cada persona semillas para sembrar a lo largo del día, para que podamos descubrir en ellas su presencia.
Estamos invitados a imitar la acción de Dios, el buen sembrador, pero por adelantado sabemos que muy posiblemente no veremos crecer lo sembrado. Si nuestra siembra de hoy ha sido positiva, y que lo no lo ha sido tanto ha quedado borrado de la vista y la vida de los otros, podremos pedir con sinceridad que el Señor conceda crecimiento a nuestra pequeña obra de sembradores. El amor de Dios que siempre nos ayuda dará crecimiento a cuanto con amor hemos sembrado hoy. Texto: Hna. Carmen Solé.