A pesar de los recortes, es admirable como ante la desgracia ajena, las personas son capaces de acudir en ayuda del que se encuentra en peor situación económica.
Hay que ver como en estos momentos en que se habla tanto de crisis y por todas partes aparecen recortes, tijerazos, rebajas de sueldo, despidos, etc., aún aparecen personas dispuestas a colaborar, a abstenerse de lo que consideran que no es de primera necesidad para tener
gestos admirables de generosidad. Y generalmente son aquellos que menos poseen quienes antes acuden en socorro de los demás. Es aquello de la canción que hace años cantábamos: “Cuando el pobre nada tiene y aún reparte, cuando un hombre pasa sed y agua nos da. Cuando el débil a su hermano fortalece, va Dios mismo en nuestro mismo caminar”.
Estos son los que al fin de sus días tendrán la gran sorpresa del Padre celestial, aún que se les haya tildado de no creyentes, lo son mucho más que aquellos que ante la desgracia ajena vuelven la cabeza hacia el otro lado para no ver. No tienen
entrañas de misericordia que es la que abre las puertas del cielo.Texto: Hna. María Nuria Gaza.