Tu sonrisa, me basta

Niños
En aquel tiempo presentaron a Jesús unos niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían. Pero Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él» Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos sobre ellos. (Mc 10, 13-16)

¡Dejad que los niños se acerquen a mí! Son estas palabras de Jesús, las que resuenan de otra manera en mí, ahora que estoy teniendo la experiencia de vivir en una comunidad, cuya misión es la educación, y vivimos en un colegio. Este texto evangélico se me hace más cercano, vivo y querido. Veo con más facilidad la escena de Jesús con los niños y la alegría por poder mostrarles a sus discípulos donde están los sencillos y puros de corazón, los que tienen el corazón abierto a Dios. Nos muestra el camino para recibir el Reino de Dios. Hay una frase que en muchos momentos, estando con los niños me doy cuenta que pronuncio: “Tú sonrisa, me basta…” Es un gozo y regalo, el ver cada día la alegría, sonrisa, de tantos niños y niñas….con ellos siempre sale el sol, están llenos de vida y te contagian su entusiasmo, porque incluso si un día tienes alguna preocupación o te cuesta sonreír, es precisamente ese encuentro con ellos, el que te hace olvidar cualquier cosa y te alegran el día de manera especial. ¡Cuánta ternura, sencillez, transparencia, alegría, inocencia, etc…en los niños!

También ya están presentes en la oración, sobre todo a los que vas conociendo un poco más de sus vidas, de las realidades familiares tantas veces difíciles por distintos motivos. Un día en el comedor, un pequeño de tan solo tres años llamó mi atención cuando lo vi cabizbajo, me acerqué y le pregunté: ¿Qué te pasa? Su respuesta fue rápida, ¡estoy triste! Y no es que te lo diga sino que se le ve….ese mismo día supe que sus padres están en proceso de separación….

Señor, abraza y bendice a los niños, ayuda a sus familias en sus hogares y especialmente a las que pasan por dificultades, para que sus hijos puedan ir creciendo rodeados de amor. Señor, ayúdanos a acoger tu Palabra en nuestras vidas y a recibir tu Reino con la sencillez de un niño.Texto: Hna. Ana Isabel Pérez
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