La venida de Dios

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En estos días de fiesta, de alegría por el nacimiento de Dios que se hace hombre, quisiera remarcar algunas ideas del Papa Francisco en su homilía de la misa de Navidad.

«Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres» (Tt 2,11). Esta gracia de Dios es el regalo más grande que el hombre puede desear, porque es el mismo Dios hecho carne que viene al mundo por puro amor. La encarnación, la venida de Jesús, es un acto de amor de Dios hacia el hombre, por el hombre, Dios viene y se hace uno de nosotros. Por ello, lo llamamos Dios-con-nosotros, es decir, en encuentro de Dios con el hombre no se ha de buscar en las alturas, en el cielo, en lo “imposible”, sino que está a nuestro lado, experimenta nuestra condición, no nos ha dejado solos en ningún momento. Dios se hace presente, pero hemos de saber abrir la puerta a la llamada de Dios, porque no entrará por la fuerza. Ésta es la salvación de todos los hombres, contar con Dios, sentirlo cerca, en nuestra vida… pero siempre que abramos la vida a su llegada.

«Encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lc 2,12). Ésta es la grandeza y la pequeñez, lo extraordinario y lo sencillo de Dios, y es gracias a esta experiencia que conocemos el amor, la ternura, la sencillez… de la fragilidad humana y de la fuerza en la venida de Dios. Por eso, lo que sorprende es la manera de hacerse presente entre nosotros, es la forma que Dios tiene de mostrar dónde se encuentra el poder, que es en todo lo que nos hace más humanos, en lo que despierta en nosotros sentimientos de pureza, alegría, sencillez, entrega, búsqueda del bien… desde una actitud que no sea egoísta, sino de donación, que no sea violencia, sino respuesta de amor.

La venida de Dios es la buena noticia, aquella que se ha de proclamar por todo el mundo, porque haciéndose hombre, vino a situarse, a instalarse al lado mismo de cada uno de nosotros.Texto: Hna. Conchi García.
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