Comenta San Agustín que los oyentes de Juan Bautista fácilmente hubieran creído que él era el Mesías; pero Juan, amante de la verdad, lo negó diciendo:
“Yo no soy el Mesías, soy la voz que clama en el desierto”. No permitió que lo confundieran, se humilló a si mismo. Y continuó:
“Después de mi viene uno más poderoso que yo a quien ni siquiera merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con el Espíritu Santo” . Y aún añadió: “Él tiene que crecer y yo tengo que menguar”.
¡Vaya ejemplo de humildad nos da el Precursor!
Ciertamente nadie como él preparaba los caminos del Salvador. Ya lo había predicho su padre Zacarías cuando dijo:
“Y tu niño, serás llamado profeta del Altísimo porque irás delante a preparar sus caminos”.
Ahora pues,
ya sabemos cómo tenemos que preparar el camino para celebrar dignamente y con alegría la venida de Jesús en la Navidad ya cercana: Amantes de la verdad, de la humildad, como María su madre que al saberse la madre del Mesías no se ensalzó sino que respondió al ángel:
“Soy la esclava del Señor”. Juan Bautista y María, la madre de Jesús, nos acompañan en este itinerario que nos conducirá a la Natividad de Jesús.Texto: Hna. María Nuria Gaza.