Cuando se comparte en
sinceridad con una persona no te importa ni el tiempo, ni el lugar, ni las circunstancias... todo queda en un segundo plano cuando se trata de un intercambio que toca a la persona desde cerca. Es maravilloso experimentar que no recibes tanto como das.
El otro día estaba en la
prisión, como cada semana, en un grupito de oración donde no se mide ni se juzga a nadie, tan sólo se trata de conocernos un poco más y de caminar juntos para encontrar nuevos caminos.
Entre las diferentes cosas que hablamos, uno de los temas se centró en la confianza y la
fidelidad de la amistad. Cuando confiamos en alguien, abrimos nuestro corazón y nuestra vida sin ningún miedo ni temor, sabemos que la otra persona está muy cerca y que permanecerá a nuestro lado.
"Quién ha encontrado un amigo ha encontrado un tesoro", dice la Palabra de Dios. Si nos parásemos con atención nos daríamos cuenta de que el tesoro más grande que tenemos es la confianza y amistad que podemos ofrecer. No tengamos miedo de abrirnos y dar a conocer quienes somos porque allí "donde está tu tesoro está tu corazón". Mt. 6, 19-21
Texto: Hna. Conchi García.