BARTOLOMÉ MOSTAZA entre nosotros hoy (1). Dos intensos poemas: “LLAMANDO” y “PLEGARIA”

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En la fecha de hoy, 14 de setiembre, nace en Santa Colomba de Sanabria –corría el año 1907– un nenito, tercero de nueve hermanos, al que impusieron el nombre de Bartolomé. He zascandileado por Internet rebuscando versos del poeta zamorano y, la verdad, no he sabido encontrar más que un par de títulos y ninguna fotografía. Ni siquiera hace cuatro años, fecha centenaria de su nacimiento, descubrí rastro alguno de homenaje o celebración en su memoria. ¿Tan mediocre fue la calidad de su poesía que pasó a mejor vida sin gloria ni pena?

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Me he topado afortunadamente con dos importantes antologías de papel donde se muestran algunos interesantes versos y se describen sucintamente notables rasgos de su lírica. Se trata de la “Historia y antología de la poesía española”, Aguilar 1967, de Federico Carlos Sáinz de Robles. Y, nueve años posterior, la inteligente selección de poesía religiosa “Dios en la poesía actual”, BAC 1976, de Ernestina de Champourcin. A textos de ambos me referiré posteriormente en sucesivas entregas.

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Pero como mi intención primera ha sido, según costumbre, reproducir textos del poeta apenas conocidos, me referiré de momento a dos intensos títulos que reflejan con rotundidad la plástica expresión de su obra lírica y el hondo sentimiento religioso que transmite.

Poeta tardío, dio a conocer sus versos Bartolomé Mostaza a los 42 años (“Búsqueda”, 1949). Tres años después publicará su segundo y último libro de poesía ("La vida en vilo" 1952). Y, aunque seguirá escribiendo desde entonces buenos textos líricos, los irá archivando, sin editar, en las carpetas de su intimidad. Hasta que, quince años después de su

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muerte en 1982, Leopoldo de Luis, que no le había inventariado en su “Antología de la poesía religiosa” de 1969, nos da a conocer el secreto mejor guardado: 480 páginas de magníficos poemas ascendidos ahora a lo alto del candelero para que alumbre también a peregrinos buscadores del siglo XXI, nosotros por ejemplo (“A corazón abierto”, Edición del Orto 1997).

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EL PUÑO ROJO DE MI CORAZÓN GOLPEA DÍA Y NOCHE...

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Los dos poemas de hoy pertenecen a la sección “A corazón abierto”. La metáfora central de “Llamando” es la expresión plástica del misterio como una puerta cerrada. El “puño rojo” del corazón golpea y golpea porque quiere atravesarla, saciar su sed de Dios manantial. Vienen a la memoria versos sanjuanistas que hablan de agua viva que mana en la noche: “Aquella eterna fonte está ascondida. / ¡Qué bien que sé yo do tiene su manida / aunque es de noche!”

La puerta está cerrada, y pareciera que Dios no escucha. Pero sabemos que un día se abrirá. Se oye ya rumor de agua, ya se vislumbran hilos de luz del otro lado, como escribió José Antonio Muñoz Rojas: “Uno es poeta que ve de pronto una rendija / abierta a una luz indudable.”

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LLAMANDO

Sobre la puerta negra del arcano
el puño rojo de mi corazón
golpea día y noche, y nadie, nadie,
contesta a su tesón.

Y sé que tras la puerta me está oyendo
en la quietud de su silencio Dios.
Y sé que se abrirá la puerta un día,
de un súbito empujón.

Estoy ardiendo de ansias. ¿Quién me apaga?
Me ahogo de tinieblas, y la sed
me quema las entrañas... Necesito
fontana en que beber.

Al otro lado de la puerta brota,
al otro lado, el fresco manantial.
Y el corazón golpea, porque sabe
que, al fin, se le abrirá.


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A LA LUZ DE TU MIRADA DE PADRE QUE SONRÍE...

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El poema “Plegaria” se compone rítmicamente del mismo esquema métrico que “Llamando”: tres endecasílabos más un heptasílabo. Como escribió Sáinz de Robles refiriéndose a Mostaza: “Ama la forma ceñida a la regularidad de estrofas”. No sé bien por qué, pero creo reconocer en sus expresiones cierta aureola de espiritualidad franciscana: fe, paz, paciencia, amor, alegría, sencillez (“La alegría sencilla de la rosa / que se regala a todos...”).

Dos sugerencias: me emociona el elogio que tributa a los sentidos corporales: “Escríbenos tu música en la pauta / de los cinco sentidos.” No impetra una piedad masoquista y estéril de salvación del alma por la renuncia, sino un fecundo vivir la fe también desde la sensibilidad y el gozo. La estrofa última del poema, paradisíaca y coral, festiva y luminosa, cierra sus versos con el resplandor de unos ojos todo bondad y el arco iris de una sonrisa, que vencerán con mimos, con ternura, los fríos tactos de la noche del mundo y de la nada.

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PLEGARIA

Danos fe, danos paz, danos paciencia;
danos la caridad de amarte en todo
prójimo amigo o enemigo, danos
la pureza del fuego.

Y la palabra verdadera, el obrar justo,
la diligente prontitud del gallo
–heraldo de tu albor en la tiniebla-,
la lealtad sin noche.

Danos, Señor, un corazón abierto
a tu voz, una mente desvelada,
la alegría sencilla de la rosa
que se regala a todos.

Somos menesterosos, te hambreamos,
nos rechinan los huesos de tristeza...
Escríbenos tu música en la pauta
de los cinco sentidos.

Y llenaremos con un himno a coro
la vastedad callada, y surgiremos
de la noche a la luz de tu mirada
de Padre que sonríe.


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BARTOLOMÉ MOSTAZA
entre nosotros hoy

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1.Dos intensos poemas: "Llamando" y "Plegaria"

LLAMANDO
PLEGARIA


2.De la algarabía al silencio

UN MAR DE OSCURAS VOCES
SILENCIO VIVO
EL PERRO DEL SILENCIO


3.Su lucha con el ángel

DESAFÍO A VIDA


4.Y va de vuelo

ALCOTÁN SIN FATIGA
LA CORZA HERIDA


5.El árbol de la vida

PALENQUE DE COMBATE
SALMO DE LLAMADA
EL TELAR CÓSMICO
NUESTRO VÉRTICE


6.Tres amaneceres

AMANECER
PREGÓN MAÑANERO
A LA ESPERA DEL ALBA


7.Tres últimos poemas y despedida

DESDE LO ALTO DE MI FRENTE
EL PÁRAMO
BUSCADOR DE PALABRAS



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