Cuando la Caridad no puede llamar a tu puerta se cuela en tu buzón.

“Una tarde de invierno de 1839 santa Juana Jugan acogía en su casa a una anciana ciega y paralítica, poniendo así la base de lo que sería la familia religiosa por ella fundada. Desde entonces, las Hermanitas de los Pobres, fieles al carisma de su fundadora, acogen a las personas mayores más desfavorecidas de la sociedad.”Este texto encabeza la publicidad que quince mil hogares vitorianos están recibiendo estos días en sus buzones.

Hace años la estampa de estas religiosas llamando a las puertas de los hogares para pedir una ayuda, económica o en especie, “para los ancianitos” formaba parte de las tradiciones en los preludios de la Navidad. Las circunstancias sociales, el incremento de la desconfianza por la inseguridad de “abrir la puerta a Dios sabe quién” y los requisitos legales para muchas de las actividades que antes “se hacían y punto” han obligado a buscar a las personas de buena voluntad nuevas fórmulas para llegar al corazón y al bolsillo.


No obstante las Hermanitas colectoras, como les gusta se las llame, siguen manteniendo esa tradición y arriesgándose a recibir el silencio a su llamada en el timbre de las puertas.


La hermana Purificación fue destinada hace poco a la Residencia que las Hermanitas de los Pobres tienen en Vitoria-Gasteiz y en la comunidad han puesto en sus manos la campaña de petición de ayuda de este año. Su experiencia en el anterior destino, Girona, le ha llevado a probar la misma fórmula en la capital alavesa.


Una empresa les ha facilitado el trabajo de selección de destinatarios con todas las garantías de la protección de datos que exige la ley. El ensobrado ha corrido a cargo de los propios ancianos de la residencia y una parte importante del buzoneo lo hacen las propias hermanas pateando la ciudad.


En la misiva se explica cómo las Hermanitas de los Pobres cuentan actualmente con 29 casas en toda España en las que atienden a más 2.500 ancianos. La institución llegó a Vitoria en 1878 y desde entonces ha ido acogiendo a muchos mayores de esta ciudad. Actualmente son 110 los ancianos que viven en la residencia. Entre sus inquilinos estuvo hasta su muerte el que fuera obispo de Vitoria e hijo de esta ciudad D. José María Larrauri, quien decidió retirarse por opción personal a esta residencia tras su jubilación.


La casa cuenta con 14 hermanas de la comunidad religiosa, algunas ya mayores pero que siguen aportando su trabajo y su carisma. Además en la residencia se cuenta con personal contratado que asumen las tareas más profesionales de atención a los ancianos. Y, como en muchas obras de la Iglesia un patrimonio importante es el de los voluntarios y “amigos de la casa” que colaboran generosamente en el servicio de comidas, el paseo y acompañamiento a los ancianos en sus desplazamientos fuera de la residencia.


Pero la labor de las Hermanitas de los Pobres se extiende por los cinco continentes; Las 2.800 hermanas se reparten por las 202 casas localizadas en 32 países.

Las Hermanitas de los Pobres no reciben subvenciones, viven de la caridad y de las pensiones de los ancianos que viven en sus residencias. La campaña que han puesto en marcha estas Navidades tienen unas demandas muy concretas: En el apartado de Alimentos demandan aceite (de oliva y de girasol), café, leche semidesnatada, latas de atún y sardinas, y Galletas María; y en el capítulo de Limpieza: Lejía, bolsas de basura y papel higiénico. Así de concisa es la petición que las hermanas realizan este año a la población vitoriana.


Non solum sed etiam.

Cuantas cosas que antes “sabían” a Navidad hoy no son posibles porque la sociedad no lo permite, no resulta políticamente correcto, o simplemente se ha dejado de hacer: el aguinaldo del cartero, el butanero y el lechero; la tarjeta de felicitación navideña hecha a mano, o las Hermanitas de los Pobres solicitando una ayuda para “los ancianitos”.

Pero que algunas cosas ya no se hagan no significa que el espíritu que movía entonces todas esas tradiciones no siga presente y vivo. Y en algunas cosas, hoy más vivo si cabe que entonces. Todos sabemos cómo la crisis está afectando a muchas familias, y muchos, particulares, empresas e instituciones están saliendo al paso de esta situación. Pero a veces no caemos en la cuenta de que instituciones, como esta de las Hermanitas de los Pobres, que si de ordinario subsisten de la Caridad y los recursos limitados, en momentos de crisis también se ven afectadas.


Hoy regresa ese sabor a “preludio de la Navidad”, no al timbre de las casas sino a los buzones. Y viene con nombre y apellidos de destinatario y remitente.

Quien desee ponerse en contacto con las Hermanitas de los Pobres puede hacerlo a través del correo: colectavitoria@hermanitasdelospobres.es

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