Francisco no da un paso sin “preguntar” a Dios

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En un clima distendido, los viajes en avión de los papas, han sido un espacio para improvisadas ruedas de prensa en el cielo, en las que se abordan cuestiones que interesan a ras de suelo. Con Francisco se mantiene la tradición y, entre las cuestiones, hay una muy recurrente que ha salido en varias ocasiones: la derogación del celibato obligatorio para los aspirantes al sacerdocio.


En el vuelo de regreso desde Tierra Santa, la información ha sido recogida de diversas maneras. En Religión Digital la presentaban así:
“Respecto al celibato, y aunque defendió su valor como "un don para la Iglesia", Francisco afirmó que "el celibato de los sacerdotes no es un dogma" de la Iglesia. "El celibato no es un dogma", dijo, respondiendo a una pregunta sobre si la Iglesia Católica debería permitir algún día que los sacerdotes se casen, como ocurre en otras iglesias cristianas. "Es una norma de vida que yo aprecio mucho y creo que es un regalo a la Iglesia, pero como no es un dogma, la puerta siempre está abierta", sostuvo.”


Non solum sed etiam.


Algunos dan por sentado que Francisco cambiará la norma referente al celibato, otros entienden que sus respuestas son largas que va dando, pero que no moverá una coma. En algún sitio he leído que también señaló, en esa misma rueda de prensa improvisada, que hay temas más apremiantes sobre la mesa.


Evidentemente no tengo ni idea de las intenciones que pueda tener el papa Francisco sobre este y sobre otros temas pendientes. Lo único que puedo expresar es la sensación que me transmite en su día a día: Siento que es un hombre que se abandona cada día en las Manos de Dios y que, desde una apertura infinita a lo que Dios quiera para “mañana”, él se afana en ser instrumento de Dios “hoy”. Y eso me lo transmite cada gesto suyo. La oración, tanto la prevista en el guión de cada día, como la espontánea a la que se lanza saltándose programas y protocolos, parecen ser encuentros cara a cara con Dios para asegurar el paso de ese momento concreto.

Por eso creo que el tema del celibato de los sacerdotes será abordado en este papado si está de Dios que se aborde. Evidentemente que son muchos los hombres y mujeres que desean que este tema se retome en la Iglesia, que se acoja a cuantos secularizados deseen volver a ejercer el ministerio del sacerdocio con el apoyo de sus mujeres y sus hijos. Y no como medida extraordinaria ante la falta de vocaciones sino como justicia restaurativa y aprovechamiento de los recursos humanos tan valiosos que tiene en su seno.

Pero, también creo que este paso no se dará hasta que la opción célibe no se vuelva a sentir como un regalo para la Iglesia, el mismo que puede ser el sacerdocio ministerial de los sacerdotes casados y quizá también el de las mujeres.

Siento que Francisco puede estar diciendo que él abordará sin miedo los cambios que en conciencia crea que son voluntad de Dios. Y en su diálogo personal con Dios nadie puede ni entrar ni opinar, solo respetar.

Y quien tenga prisa que no mande cartas al Vaticano, que ponga la dirección postal “más arriba”.

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