Si Halloween no aporta paz, luz y vida ¿para qué celebrarlo?

Desde hace años el tirón comercial de la fiesta anglosajona de Halloween desata por estas fechas comentarios diversos a favor y en contra de su celebración, escritos donde se condena esta fiesta y los abusos que en algunas celebraciones se llegan a producir, textos en los que se defiende “el género de lo terrorífico y su interpretación lúdica” como un derecho más dentro de una sociedad libre; también se empiezan a publicitar las fiestas de réplica, el Holywin (un juego de palabras que viene a traducirse como: “la santidad vence”, una propuesta que viene a ofrecer una alternativa lúdica, especialmente para los niños y jóvenes, desde un planteamiento cristiano. El Holywin también es una tradición importada, y su objetivo es recuperar y depurar la tétrica celebración de estos días que conocieron nuestros abuelos y que tenía a los cementerios como únicos protagonistas de estas fiestas.



El Halloween procede de una tradición celta ancestral que se remonta, según he leído en algún lugar, al siglo VI antes de Cristo, y que estaba muy relacionada con los cambios de estación y las diversas interpretaciones paganas de aquellos pueblos de los fenómenos naturales, con los miedos y supersticiones que estos conllevaban y que los druidas de la época se encargarían de alimentar sin duda alguna.


El Holywin surge como réplica fonética desde el juego de palabras inglesas que ayudan a dar nombre a una propuesta cristiana que, por un lado frene el crecimiento de adeptos a una fiesta que, además del origen pagano, tiene, según los defensores de estas interpretaciones, connotaciones satánicas en algunas de sus celebraciones.


Non solum sed etiam.

Vaya por delante mi poca simpatía por la celebración de la fiesta de Halloween. Creo que el éxito de la gran difusión de esta fiesta se explica más desde los motivos comerciales que desde sus contenidos ideológicos o de sus orígenes en una cultura ancestral. Esta sociedad de consumo es el caldo de cultivo perfecto para difundir con éxito todo aquello que genere beneficios económicos, y todo lo que sea festivo, lúdico, con un toque transgresor y que permita un amplio campo de productos para el mercado tiene el éxito casi garantizado. Por eso el Halloween que hoy se nos vende es un producto comercial reciente y seguramente poco o nada tiene que ver con la tradición celta.


A mí lo que realmente me preocupa es el poso ideológico y cultural que la promoción de algunas cosas pueden acabar teniendo en las mentes de las futuras generaciones y de las presentes también. Sinceramente no me parece que dé lo mismo fomentar lo violento frente a lo pacífico, la oscuridad frente a la luz, la muerte frente a la vida.


He intentado medir mucho los términos usados. No he usado intencionadamente las palabras “feo” y bello”, “bueno” y “malo”, o “bondad” y “maldad” porque alguien podría argumentar que son conceptos muy subjetivos e interpretables culturalmente.


Pero creo que nadie podrá rebatir que tras el Halloween que hoy se nos vende están los términos violencia, oscuridad y muerte, además de otros que pudieran ser más “subjetivos”.
Cierto que la Iglesia, la católica en particular, ha hecho durante siglos de las festividades de Todos los Santos y de los Difuntos unos días que se centraban mucho en los cementerios y resultaban al final casi unos días dedicados al culto a la muerte, cuando el Dios Padre en el que creemos es un Dios Resucitado, un Dios de Vivos. Pero esa es nuestra historia y bueno es que la reconozcamos y aprendamos de ella para mejorar lo mejorable.


Aún le quedan muchos años de andadura a la nueva propuesta del Holywin. Aunque esté más cerca del verdadero sentido de las fiestas de Todos los Santos y de los Files Difuntos no deja de ser una novedad y su difusión llevará su tiempo.


Algunas de las críticas al Halloween se centran en el uso de esta fiesta para “popularizar” elementos relacionados con el culto satánico. Sin caer en concepciones medievales y partiendo de la creencia de que “el mal” existe: creo importante contemplar con seriedad los posibles riesgos reales de una cultura que promociona, por mucho que sea de manera lúdica, la violencia, la oscuridad, la muerte, lo terrorífico, lo mágico (que no tiene nada que ver con el ilusionismo que es un gran arte), …
¿De verdad que los videojuegos de guerra, las películas de terror, el esoterismo, la brujería y la videncia (que mueve millones), … y el Halloween, aportan algo positivo a esta sociedad y las futuras? Sinceramente lo dudo, y por eso no lo apoyo ni lo promociono.

Creo que por esta sociedad, y por las futuras, hace más una sonrisa que una carcajada histérica y “terrorífica”, hace más una estampa primaveral que una noche tormentosa, un ramo de flores que unas telarañas viejas y oscuras. ¿Idílico,Utópico? Sí, pero es que para mis hijos prefiero un futuro en paz, luminoso y lleno de vida. Y eso no me lo inspira el Halloween.
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