María de la “O” o Me Haría de la “O”

Según las encuestas del CIS, la clase política está entre los primeros problemas de este país. La corrupción y las crisis internas de los partidos están pasando factura en las elecciones y en las afiliaciones. Pero, paradójicamente, un fenómeno de desapego sobre las ideologías partidistas está siendo acompañado por un aumento en el interés por la política. De ahí se están nutriendo los movimientos sociales y las nuevas “setas” del bosque de la política.
Un miembro del PSOE y muy cercano a mi familia me decía hace poco que, en el caso del PSOE, la salida de su crisis interna tendría que pasar por una vuelta a los orígenes, por recuperar su verdadera identidad y destacar sobremanera entre sus siglas la “O”.

Non solum sed etiam.

Vaya por delante el dato de que ni estoy afiliado a ningún partido político, ni me siento identificado plenamente (como para formar parte de sus filas) con ninguno. Mi opción es hacer las aportaciones a la vida social desde mi condición de cristiano militante. Y desde ahí, desde la caridad cristiana, me siento respaldado para decir una palabra a un colectivo al que no pertenezco; y desde la libertad de opinión que otorga el sistema democrático y de derecho en el que vivimos pues también me siento respaldado para dar una opinión en cuestiones políticas.
La reflexión de mi “más que amigo”, y miembro del PSOE, me pareció muy acertada.
El acta fundacional de este partido, fechada el 2 de mayo de 1879, subraya solo dos palabras: socialista y obrero, y se encabeza hablando de una convocatoria a trabajadores. Tres términos que contienen la identidad fundacional de este partido de los que dos son la misma cosa: trabajadores/obreros.
Tengo la sensación de que las filas políticas, todas, han vivido desde hace unas décadas (recordemos lo de la cultura del pelotazo) la entrada de mucho “señorito”, de bastantes “piojos resucitados” que denomina la sabiduría popular, de unos cuantos “garbanzos negros” y de demasiados “amigos” y “cuñados”. Esto ha acabado provocando la pérdida en los partidos de algunas de sus siglas: unos pierden la “P”, otros la “D”, otros la “O” y otros de la A a la Z.
Al final intentamos vender novedades y lo que la gente espera es autenticidad. En la Iglesia ha pasado lo mismo y desde el Concilio Vaticano II no dejan de oírse voces reclamando volver a los orígenes, a las fuentes.
Seguramente la reflexión de mi amigo y miembro de las filas socialistas es un clamor que la política de partido no permite escuchar. Les regalo una idea a los publicistas diseñadores de campañas del PSOE. Para las inmediatas ya no les da tiempo pero para las próximas recuperen al cántabro José Ramón Sánchez y que diseñe una campaña con un logo en el que se lea: “Volvemos a ser el psOe” o si gusta más el pSOe. Cuatro años por delante para hacer limpieza y ser cada día más “O”.


En un artículo anterior decía que creo sinceramente que la gente cada vez es menos de derechas o de izquierdas y que muchos deseamos votar a las personas que demuestren tener dos dedos de frente para gestionar la res pública que ponemos en sus manos.
Al final que entre todos los partidos creen un gobierno bajo las siglas que podrían ordenarse del siguiente modo: Ciudadanos Obreros Democráticos y Populares (de Galicia/Euskadi/Cataluña/Andalucía/Murcia/…. España)
¿Y Podemos? Podemos creo que tiene su sitio en las asambleas vecinales y la política local. Sinceramente para la política a partir de ciertos niveles creo que es necesario tener un recorrido.
No creo que a mis años varíe mucho mi filiación política actual, es decir, ninguna. Pero si las cosas fuesen más auténticas de “hacerme” Me Haría de la “O”.
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