Pasión y esperanza en cada momento.

Este 25 de julio, festividad de Santiago Apóstol, los españoles enviados a participar en la JMJ tendrán un encuentro en Czstochowa. Una Eucaristía será el acto central, presidida por monseñor Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal Española y acompañado de los obispos que han viajado hasta Cracovia. Después los diferentes grupos se desplazarán hasta Cracovia o las localidades próximas donde serán acogidos para vivir la semana de la JMJ.

Pero los tres últimos días, el grupo de Vitoria, seguramente al igual que muchos otros jóvenes llegados de otros países del mundo, ha vivido un programa cargado de emoción: el viernes 22 visitaban el santuario de Jasna Gora, en la explanada que hay frente al templo se postraron, siguiendo la tradición, a los pies de la Virgen Negra, antes de entrar a venerar su imagen y rezar por todos. El abanico de procedencias crecía por momentos y el juego de sacarte la foto con la bandera más rara estrechaba lazos con los cinco continentes. Más tarde la misa tuvo, para los de Vitoria, “su momento” cuando presentando a los obispos presentes apareció en la gran pantalla monseñor Elizalde quien al parecer ha ido llevándose de calle a jóvenes de medio mundo, ya que, y según la versión de los de Vitoria “nuestro obispo ha sido el más ovacionado”. Czestochowa ha sido una gran experiencia de Iglesia Universal que se repetirá cada día en la JMJ y que llevarán para siempre quienes la vivan en directo.





Al día siguiente, sábado 23, el programa tenía otro color, el de los campos de concentración Auschwitz-Birkenau. Esta visita la conocían de antemano y, de la mano del cine con “La Vida es Bella” y “La lista de Schindler” los organizadores del viaje pretendieron poner en antecedentes históricos la cruda realidad que en aquellos parajes tuvo lugar. La experiencia de recorrer, en silencio, el mismo camino de quienes un día bajaron de los trenes hacinados para encontrar su holocausto ayudó a estos jóvenes a reafirmarse en la convicción de que “el amor de Jesús es el verdadero y único camino para la paz”. Recordaron la figura de San Maximiliano Kolbe, supieron de antepasados de algunos de los polacos que les acompañaban que habían pasado por estos campos de concentración y muerte. Rezaron con ellos, por ellos y por la insensatez humana que se sigue repitiendo.



Por la tarde otra celebración multitudinaria y multi-todo les devolvió la sonrisa y la esperanza de que no están solos en el empeño de hacer un mundo mejor.

El domingo quedaba reservado para una jornada familiar con las familias que les habían acogido. Momento de quedarse con correos electrónicos y contactos en los perfiles de las redes sociales que les permita mantener el contacto y… quien sabe si una amistad que en algún caso perdure en el tiempo.
Queda aún mucho por vivir y nada como su testimonio vivo y fresco en el blog que mantienen con sus experiencias: https://vitoriaenlajmj2016.wordpress.com/

Non solum sed etiam.

En las fotos percibes el cansancio de tus hijos, pero también la felicidad que les compensa todo madrugón, toda inclemencia, toda caminata, todo.
La experiencia de este grupo, a quienes les conocemos de cerca, nos acerca un poco de esa pasión con la que, a buen seguro, están viviendo cada momento, y nos llena de esperanza, la misma que ellos están viviendo y de la que quizá nos podamos beneficiar las familias, las parroquias, las comunidades, la diócesis.
Una joven del grupo escribía en su instagram uno de estos días: “Hay días que recuerdas toda tu vida. Definitivamente este es uno de esos días. De cantar, de rezar en tres idiomas distintos, de probar comidas típicas de Polonia, de conocer gente de muchos países distintos y comprobar que a veces da igual de donde vengas, que todos somos iguales y podemos pasarlo bien juntos. Hoy es un día de esos en los que no paras de bailar, de reír, y de dar gracias por tanto. Y esto solo acaba de empezar.”

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