Primero el Yoga y después Dios

Cada día crece el número de programas orientados a cultivar la espiritualidad interior del ser humano, algo que gana adeptos y que diversas voces “bendicen” explícitamente o también con la incorporación de actividades de este tipo dentro de sus respectivos ámbitos.


Los últimos en incorporar las técnicas de interioridad son los centros escolares. Centros del ámbito cristiano tienen programados espacios y tiempos para “educar” a sus alumnos en la búsqueda de su “yo profundo”. Dentro de un programa de conocimiento de sí mismo estas nuevas clases apoyadas en el yoga o en otras disciplinas de meditación oriental están siendo incorporadas a la oferta escolar como elementos de una formación integral. Estas dinámicas son llevadas a cabo desde los primeros cursos de la vida escolar, y se siguen ofertando en cursos superiores.

Estas incorporaciones se aplauden desde las direcciones de los centros escolares como un avance y una aportación actualizada a la demanda social y a los nuevos tiempos en la educación de las futuras generaciones.


Non solum sed etiam.


No voy a negar que al principio la iniciativa me sonó hasta bien, pero dándole vueltas las conclusiones acaban siendo otras, y es lo que comparto a continuación.


Nos quejamos de que vivimos en una sociedad individualista, donde los sujetos tienden más a aislarse para, curiosamente, “comunicarse”. Acusamos vivir en una sociedad egoísta y egocéntrica, que se mira al ombligo. Y … ¿vamos a “enseñar a mirarnos al ombligo” más y mejor? Sé que no es ese exactamente el objetivo, pero quizá hoy, más que nunca, y más entre quienes tenemos el Evangelio como referente de vida, a las futuras generaciones hemos de ayudarlas más a mirar hacia fuera, a mirar al prójimo, a observar lo que le rodea, más que a su ser interior.

Y desde un plano de educación en la fe, también HOY MAS QUE NUNCA a Dios hay que buscarlo fuera, en el otro, en el prójimo, en la creación, y …, por qué no en el Sagrario, en la Eucaristía.

¿Por qué es muy “modelno y vanguardista” organizar una sesión de yoga y muy retro una visita al Santísimo? ¿Por qué nos gastamos una pasta en acondicionar con decoración minimalista una sala del centro, y por el contrario la capilla casi acaba convirtiéndose en almacén? (Sé que estoy exagerando, pero leches! Es mi blog ¿no?, ya además creo que si exagero se me entenderá mejor).

Teorías en el mundo de la educación, y de la educación en la fe, las encontraremos a miles y de todos los colores. Pero hay teorías de otras disciplinas que ayudan a apoyar también estas posturas. Así, y en una educación infantil, muchos expertos reconocen la importancia de las figuras concretas como referentes para los niños. Por eso Dios “no es Algo que está dentro de mí”, sino Alguien que está junto a Mí, y que en la Eucaristía podrá llamarse “Jesús Escondido” o en la imaginería o las ilustraciones será el Abuelo con barbas y zapatillas o el Jesús que acaricia a los gatos y a los perros.

Pero es que más adelante, cuando uno es joven, a Jesús necesita verle en vaqueros y tomando una caña, y no en el “yo profundo de mi mismidad”.

No sé si la incorporación de todas estas nuevas técnicas aplicadas a la educación integral de nuestros hijos es un éxito o un tiempo mal empleado. Lo que sí me gustaría es que fuese al menos una actividad complementaria, aplicada en su justa medida y compatible con otra serie de prácticas que ayuden a un auténtico encuentro con Dios, con el prójimo y con uno mismo. Que tras haber aprendido a inspirar y expirar 8 veces, sintiendo como el diafragma sube y baja mientras casi me duermo sobre la esterilla y alcanzo el nirvana, con el cuerpo relajadito me acompañen a la capilla para decirle a Dios: “¡ Dios! Qué bien me encuentro después de haber hecho un ratin de yoga.” (y luego … que sea lo que Dios quiera)

Vamos, que quizá (non solum sed etiam)sea más acertado acercarse a Dios después del yoga, que a través del yoga.

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